jueves, 31 de agosto de 2017

ARCIMBOLDO

GIUSEPPE ARCIMBOLDO
Pintor italiano nacido en Milán en 1.527. Fue diseñador de cartones para tapices y vitralista de la catedral de Milán. Vivió en Praga, y en Viena trabajó para la corte de los Habsburgo. Arcimboldo fue el creador de un tipo de retrato en que el rostro estaba constituido por agrupaciones de animales, flores, frutas y toda clase de objetos. En ellos se encuentra una mezcla de sátira y alegoría, como en La primavera y El verano.

 Sus obras fueron vistas en su tiempo como un ejemplo de pintura curiosa pero carente de valor artístico. En época reciente, los surrealistas concedieron gran valor al juego visual de sus composiciones y al carácter grotesco de sus alegorías.

Inició su carrera a los 22 años, junto a su padre, Biaggio, que sería su primer maestro. Combinó sus trabajos con el estudio de los grabados de Leonardo da Vinci, especialmente los de vena caricaturesca. En 1562 se trasladó a Praga, donde estuvo sucesivamente al servicio de los emperadores Fernando I, Maximiliano II y Rodolfo II, convirtiéndose en uno de los pintores favoritos de la corte, en la que realizó varios decorados para el teatro imperial. A la muerte de Rodolfo II regresó a Milán, donde falleció el 11 de julio de 1593.

De la obra de Giuseppe Arcimboldo sobresalen los diversos cuadros alegóricos en los que, a partir de verduras, frutas, flores, animales u objetos diversos, forma figuras humanas o figuraciones de las estaciones del año, tales como la Primavera (1563, Museo del Louvre, París) o el Retrato con hortalizas (Pinacoteca de Cremona). Dotado de una singular imaginación para crear los más inverosímiles y originales efectos visuales, Arcimboldo gozó de merecida fama en su tiempo a partir de esos retratos grotescos (particularmente los de la serie Las cuatro estaciones). Es un arte caprichoso, ilusionista y minucioso, representante del gusto manierista por la metáfora artificiosa, la curiosidad insólita y la paradoja.

 El estudio y la valoración de la obra de Arcimboldo no fueron abordados con rigor hasta principios del siglo XX, como reflejo del interés volcado hacia ella por el surrealismo. Los surrealistas apreciaron una fascinante mezcla de sátira y alegoría en estas obras, y concedieron un gran valor al juego visual; en ellas vieron en una anticipación de sus juegos visuales e incorporaron sus técnicas. Su influencia llegó a pintores de la talla de Salvador Dalí, como lo demuestra la Cara paranoica realizada por el artista español en 1935.

 

lunes, 28 de agosto de 2017

EL ALMACÉN DEL RECUERDO

Desde la ventana veo unos nubarrones a veces plomizos y otros negruzcos que amenazan tormenta. Miro el parque con senderos escoltados por árboles semi secos.

Cipreses erguidos llamando a los rayos y truenos que retumban en mi cabeza machaconamente. En el almacén no caben más y se quedan suspendidos en el tiempo. Hay que desalojarlos de sus aposentos porque invaden el espacio de los disfrutados con vehemencia y alegría.

De pronto un agua torrencial les baña mientras en mí hace el efecto de surtidores que limpian la tristeza y lavan algunos malos recuerdos. Otros en cambio se aferran a ese espacio que consideran suyo y no hallo forma de hacerlos desaparecer.

Sé que con ellos mi carácter se ha forjado para  ser quien soy y me han enseñado a valorar lo esencial.

Así que comprimo y cierro herméticamente su reducido espacio en previsión de ataques furibundos que desestabilicen mi armonía de vivir.

En cambio abro puertas y ventanas a los benéficos, hermosos y dicharacheros, todos los  que al pensar en ellos me provoquen una sonrisa.

Siguen las tormentas con sus rayos y truenos. Las fuertes gotas golpean los cristales con la furia del viento que las lanza. 

Mientras dibujan minúsculos riachuelos  en la ventana siento como mi almacén se ha vaciado y ha creado nuevos compartimentos para guardar los más bellos recuerdos que la vida  en cada instante me vaya a regalar.

 

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MONET


domingo, 27 de agosto de 2017

PIGMENTOS Y PINCELES

En la mitad del siglo XIX París sufría una conmoción artística, motivada por unos jóvenes burgueses cuya pintura rompía con el clasicismo que imperaba en el “Saloon”.
Todos los pintores de renombre y estilo clásico exponían en él, los críticos les elogiaban, lo cual incrementaba las ventas.
La vida en París de algunos compañeros del grupo era bastante disoluta por la pensión económica que recibían de su familia.
Acudían a las escuelas de fama pero ellas les enseñaban el dibujo clásico, su descontento iba en aumento.
A sus tertulias les acompañaba Zola que les animaba a crear un nuevo estilo donde predominara el color, el paisaje y la vida cotidiana sin olvidar el retrato.
Aunque Eduardo era diez años mayor que Claudio, sus discrepancias con el resto hacía que las ideas fluyeran.
Decidieron crear una galería próxima al Saloon para mostrar sus cuadros y poder vender, pues su economía empezaba a resentirse.
Eduardo invitó a Berta a asistir a las tertulias, ya que no le admitían en el Saloon por ser mujer. En cuanto tenía un rato libre iba al estudio de Eduardo a posar para él.
La pintó de diferentes formas y vestimentas, tenían una conexión especial, pero estaba casado y a ella no le gustaba el matrimonio, siempre decía que estaba casada con la pintura.
Edna, su hermana se casó y ya había sido madre, Berta disfrutaba de las dos pues iba a menudo a verlas.
En uno de los retratos que Eduardo le hizo lo terminó pintando en una esquina una ranita verde, toda una declaración de amor.
Todos se casaban, Berta y Renoir seguían solteros. Cada vez que se les insinuaban Berta siempre respondía lo mismo: ya estoy casada.
Sin embargo a Augusto se lo decían en su estudio, a lo que respondía “las mujeres son para pintarlas y los pinceles para casarme”.

 Eugenio el otro Manet estaba enamorado de Berta y Eduardo no cejaba en el empeño de que aceptara la propuesta de su hermano ya que disfrutaría de estabilidad económica y era un buen hombre.
Cuando ella por fin se prometió con Eugenio su hermano dejó de retratarla, pero Berta seguía acudiendo a las tertulias acompañada de su marido. Influenciado por el grupo se inició en la pintura sin otro afán de probar sus aptitudes.
La economía se resentía las deudas les agobiaban ya no podían pasar los veranos en Argenteuil y pintar el esplendor de la primavera con las diversas y bellas tonalidades a las orillas del Sena.
Degas les reunió en su taller al que acudieron Monet, Manet, Renoir, Pissarro, Berta y Eva que terminó convirtiéndose en modelo de Eduardo.
Con el estallido de la guerra franco-prusiana el grupo se disolvió, cada uno se fue a distintos lugares, unos se quedaron en Francia en pueblos muy alejados de París y otros como Monet se fue a Londres.
Le gustó tanto que regresaría siete veces más, la niebla y el Támesis fueron su inspiración. Pintó bastante más de cien cuadros durante su estancia.
Al acabar el conflicto volvieron a París. Se reunían en de vez en cuando a cotejar su evolución, pero pocos se quedaron bajo el paraguas de la sociedad que formaran.
Manet y Monet se  distanciaron pero cuando éste murió avisaron a Monet y llevó su féretro junto a los demás pintores.
Sus vidas tomaron rumbos diferentes y Monet se retiró a Givengy con Alice y sus seis hijos más los dos de Camile. Los adoptó aunque siempre corrió el rumor que el último varon de Alice era de Monet, pese a estar continuar casada con el representante de Claud.
Después de morir Camile a edad de 32 años se casó con Alice y tuvo a su última hija.
Los paisajes de Givengy y su nueva familia fue la temática de sus pinturas, dicen que son sus mejores trabajos, los más representativos del impresionismo.

 

 
                                                 MONET