miércoles, 29 de noviembre de 2017

ROSAS NEGRAS

 Siempre pensé que las rosas negras no existían en la naturaleza y que todo era debido a las técnicas de laboratorio.

   El día de difuntos se aproximaba me pareció original y apropiado comprar un par de ellas y ponerlas en la tumba de mi madre. Nunca me había acercado por allí desde aquel fatídico día en que se marchó.

   Por eso un par de rosas negras nos identifican a las dos. A ella no le gustaba “sentir” el peso de la tierra y pidió ser enterrada en un nicho, seguro que de estar viva hubiera querido que la incineraran..

  Así que llevada de mi habitual curiosidad de las cosas y si son raras o extrañas todavía más, por ello investigué entre libros de botánica e Internet hasta quedar satisfecha.

   Las rosas negras sí existen en la naturaleza, aunque son extrañas solo crecen en pequeñas cantidades en una aldea de Turquía por las aguas subterráneas que se filtran desde el río Eúfrates.

  Debido al ph del suelo permite que el color carmesí de la rosa se convierta en negro, pero es muy raro que solo aparezcan negras en los meses de verano.

Después de cincuenta años añorándola cada día, no he vuelto a su casa y no creo que lo haga jamás. La siento viva dentro de mi y nuestras conversaciones nocturnas la ponen al día de nuestra familia, de la que  ella conoció, y ya la hacen compañía y de los neófitos que perduran nuestra saga.

Sin embargo cuando veo rosas negras me recuerdan lo lejos que se fue y como su recuerdo a pesar de transmitirlo a sus bisnietos se va difuminando…


 
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