Desde la ventana veo unos nubarrones a
veces plomizos y otros negruzcos que amenazan tormenta. Miro el parque con
senderos escoltados por árboles semi secos.
Cipreses erguidos llaman a los rayos y
truenos que retumban en mi cabeza machaconamente. En el almacén no caben más y
se quedan suspendidos en el tiempo. Hay que desalojarlos de sus aposentos
porque invaden el espacio de los disfrutados con vehemencia y alegría.
De pronto un agua torrencial les baña, mientras
en mí hace el efecto de surtidores que limpian la tristeza y lavan algunos
malos recuerdos. Otros en cambio se aferran a ese espacio que consideran suyo y
no hallo forma de hacerlos desaparecer.
Sé que con ellos mi carácter se ha forjado
para ser quien soy y me han enseñado a valorar lo esencial.
Así que comprimo y cierro herméticamente
su reducido espacio, en previsión de ataques furibundos que desestabilicen mi
armonía de vivir.
En cambio abro puertas y ventanas a los
benéficos, hermosos y dicharacheros, todos los que al pensar en ellos me
provoquen una sonrisa.
Siguen las tormentas con sus relámpagos y
estruendos. Las fuertes gotas golpean los cristales con la furia del viento que
las lanza.
Mientras dibujan minúsculos
riachuelos en la ventana siento como mi almacén se ha vaciado, y ha
creado nuevos compartimentos para guardar los más bellos recuerdos que la
vida en cada instante me vaya a regalar.
© Todos los derechos reservados.
Hola mi nombre es Rosa y es la primera vez que pasó por tu casa.
ResponderEliminarHe leído poquito pero me he quedado enganchada. Fresco como una brisa marina y cálido como un sol de abril, me gusta , volveré por aquí.Gracias por compartir.
Hola Rosa te agradezco tus bellas palabras, las escribo directas del corazón. Es un placer verte por aquí.Besitos
ResponderEliminar