sábado, 28 de octubre de 2017

YO WASAPEO, TU WASAPEAS…

 Al principio de inaugurar el tranvía todos los móviles estaban en su apogeo, lo más curioso es que todos sonaban igual y  la gente sobre todo los jóvenes miraban a la vez los aparatos.

      La cuestión es presumir de tener lo último en tecnología porque sus conversaciones parecían de besugos por lo menos eso creo yo. Así que me negué a ser un borrego más y seguí con  mi móvil primitivo pese a los continuos comentarios de que me adaptase a los nuevos tiempos.

      Elogiaban las ventajas del wasap y  lo barato que resultaba su utilización, pero yo erre que erre con mi móvil antiguo. Siempre les decía lo mismo: si para lo que yo lo uso me sobra con éste.

       Llegó el momento en que se estropeó la batería y ni corta ni perezosa me fui a la tienda de costumbre y la pedí, ante mi sorpresa me dicen que ya no se fabrican, que el modelo está obsoleto.

       Pues nada a modernizarse tocan. Me enseña el dependiente varios modelos y le digo: quiero uno sencillo de manejar, de buena calidad y mejor precio. Se me queda mirando con los ojos muy abiertos y añado: las tres “B” bueno, bonito y barato.

       Se sonríe y me saca uno de buena calidad con las mismas prestaciones, pero una marca creada totalmente en España y con dos años de garantía.

   ¿Y el precio?—

   Mejor que los demás—

     Me saca la tarjeta del antiguo me lo pone al día y me enseña lo elemental, cuando tengo en la mano le echo un vistazo y le digo: ¿tiene wasap?

    Automáticamente me lo arrebata y toquetea por la pantalla y en segundos me lo devuelve  sonriendo y me dice: ahora ya está modernizada.

    Sí eso es verdad pero se pasan los días y no wasapeo. A veces o casi siempre ocupa el lugar de la cámara de fotos.

    Me molesta el sentirme controlada aunque lo único bueno que le veo es para cuando se necesita para una urgencia. Pero eso sí ya pertenezco a la gran masa que conjuga el verbo wasapear.

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