Llegado a los tres cuartos de su vida su energía vital enriquecida, decide volcar su experiencia y sentimientos sobre el papel. En un principio la tinta fresca y el olor de los folios le subyugaban, después la comodidad del ordenador dio paso a su creación compulsiva.
Al
poco tiempo sus libros proliferaron en las editoriales su prosa cercana y
culta, le catapultaron hacia el máximo galardón el premio Nobel de Literatura.
Una mujer joven y vitalista le complementó en su trabajo y en lo sentimental.
Las
vicisitudes que a lo largo del tiempo marcaron sus letras, su espíritu viajero
le hizo recorrer el mundo recogiendo galardones y dando conferencias. Su
interés por los problemas de la gente y la añoranza de su tierra portuguesa, no
le impidió buscar un refugio templado en la vieja Iberia.
Rodeado
de un jardín de vivos colores y el sueño de crear una biblioteca donde
preservar sus obras y todos los libros acumulados a lo largo del tiempo, muchos
de ellos duplicados o triplicados, ya que si en algún momento los necesitó hojear le resultaba tedioso buscarlo
y con suma facilidad lo compraba.
La
Iliada la menciona en sus escritos, quizás en ella radique parte de su
formación y el impulso de escribir. La
fuente de los clásicos la muestra en cualquier entrevista y su convicción de
que solo cambia la evolución de las cosas pero el hombre sigue con los mismos
miedos y las mismas eternas preguntas.
La
fuerza radica en el ser humano con sus debilidades, equivocaciones y algunos
aciertos.
Habla
de la muerte, no por obsesión si no por la curiosidad del más allá, y la
fragilidad de la vida, siempre respondía que la muerte es que un instante estás
y al siguiente no.
Sabemos
que desde el momento de la concepción nos preparamos para morir, la enfermedad
cuando es fuerte rápidamente nos acongoja el sentimiento de si habrá llegado el
momento de partir.
Su
avanzada edad a pesar de los ingresos en el hospital, sigue retomando la
ilusión por escribir, en cuanto da por terminado un libro, en lugar de
relajarse busca en su cerebro una nueva
idea que le permita plasmar sus pensamientos y gozar mientras lo hace.
Mientras
respire y hasta el último aliento llegue no hay minuto que perder la vida es un
regalo.
Dudó
que sin la mujer que le acompaña los últimos veinte años, llena de energía que
seguro le insuflaría, lo absorbió de tal
modo que crear otros mundos y viajar al
continente americano varias veces al año parecía increíble.
Dejar
vida y esperanza a través de sus letras a las generaciones presentes y futuras.
La demostración viviente que no hay edad para hacer cosas y ejecutar difíciles
empresas, cosechar éxitos, si no tan excelso como el suyo, al menos nos sean
gratificantes para el cuerpo o el espíritu, y a ser posible ambos a la vez.
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Bonito relato. Un abrazo.
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