Nuestros largos paseos a altas horas de la madrugada, descalzos por la playa con el agua lamiendo nuestros pies y hundidos en la arena todavía caliente, los cuerpos refrescados por la brisa es momento de confidencias, risas y de emociones a flor de piel.
Ensoñaciones bajo el influjo de la luna en el mar, espejo
del firmamento, reflejo de los veleros que navegan hacia el horizonte.
Son instantes deliciosos que embriagan las almas y relajan
los cuerpos, sentimientos que transmitir y la liberación de los sentidos…
Cuando el sol irrumpe en un estallido de fuego, esa misma
playa se torna bulliciosa, variopinta y una enjambre de gente no dejan un ápice
de arena. No queda un resquicio de agua
donde tonificar la piel, sin que una pelota te golpee o una persona te roce, y
te asustas pensando que es una medusa.
Al atardecer se marchan como en una larga procesión de
hormigas, cargadas con los bártulos hacia las paradas de los autobuses.
Son las mismas personas que luego llenan la Explanada
arriba y abajo, de vez en cuando se sientan a degustar algún refresco, una rica
horchata o una copa de helado.
Otras damos una vuelta observando a un grupo de músicos, y
alguna pareja baila. Puestos de baratijas a precios no tan baratos. Todo se
compra y se vende como en un mercado persa.
Pintores
desconocidos ofrecen sus cuadros imitación de Sorolla a precios asequibles. Un
poco más lejos algún que otro dibujante hace caricaturas. Mujeres
africanas escondidas tras una palmera trenzan cabellos.
La
guardia urbana de vez en cuando les pide los papeles, pero nadie huye, hacen la
vista gorda mientras el orden impere, en éste mercado se trata de sobrevivir.
Así un
día tras otro llegan gentes de todos los países, una mezcolanza de idiomas cual torre de Babel.
Nosotros vamos y venimos a lo largo de las innumerables playas o de los pueblos
de las cercanas montañas.
Los mayores que se quedan ocupan las sillas del
paseo con distracción asegurada. Los demás aguantamos el pegajoso calor que
este año viene con oleadas insufribles.
En las
madrugadas insomnes aprovechamos la soledad de la playa y bajamos a dialogar
con el mar.
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