Por
los intrincados senderos de la sierra castellana varias veces al año la paz de
sus bosques se ve alterada por unos intrusos que inquietan a sus moradores.
Ellos
buscan árboles secos o caídos que cargan sobre sus caballerías como ayuda para
sobrevivir del crudo invierno, la estancia se llena de lenguas de fuego, con la música de su crepitar y el calor con el cual resucitan los cuerpos.
Conocen
cada ruido, canto y sonido de los montes, hasta el silbo del viento les cuenta
sus más recónditos secretos.
Hombres
que escuchan el lenguaje de la hierba que les dice: despacio y cautela que nos
alteráis. Ellos recogen y limpian los inertes cuerpos que aprisionan las
débiles plantas que les susurran, más sus voces no llegan a oírse, y perecen
sumidas bajo el peso de aquellos muertos por la implacable fuerza de su
destino.
La
alfombra de color otoñal con gotas de
lluvia salpicada, los pies ateridos de frío recorren el camino tantas veces
pisado y bendecido.
En
casa esperan tras las ventanas que el cielo gris descargue sus cristales y
cubran con frío manto la espesura.
Con
los rayos de luz que se cuelan por las rendijas de la cortina mal corrida,
despiertan cada mañana a toda prisa, por ver si la estación tan esperada, les
llena de vida y de esperanza.
Perfume
que embriagan los campos, de pinares con agujas afiladas, en su interior llevan
sangre nueva. Mientras, los caballeros del monte con ahínco gota a gota se la
llevarán, y dejarán por evidencia profundas heridas, que el tiempo y el bosque curará.
Intercambio
de vida y sufrimiento, convivencia de siglos han tenido y ahora por un simple
descuido u oscuros intereses sus hogares
legendarios han destruido.
Los
árboles negros cual carbón y la tierra
cubierta de un manto gris, están a la espera de
lágrimas celestes que les bañe y las limpie para siempre. Los
caballeros lo han repoblado ya resuenan
el sonido de los pájaros, se ven las mariposas en las flores, con sus alas
gritando de alegría al viento y un goteo de animales van llegando a ocupar por
igual madrigueras y nidos.
Ciervos,
corzos, jabalíes y muchos más, juntos a coro sus canciones
entonarán y el monte de nuevo renacerá.
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