Metida en la cama comenzó a divagar por
los acontecimientos que le habían llevado hasta ese momento. Retrocedió a sus
recuerdos más primigenios descubriendo asombrada que tenía algunas cicatrices
“minúsculas”, pero cicatrices al fin y al cabo.
A sus recién cumplidos diez años la
ausencia materna la llevó por diversos internados, paradojas de la vida, son
los momentos hermosos que todavía hoy le hacen sonreír.
Luchadora innata, de carácter recio, sobrio
y romántica empedernida, (esto último continúa siendo su talón de Aquiles, aunque
se esfuerza por negarlo y reprimirlo en el fondo de su alma), ahora con tanto e
intensamente vivido el romanticismo había salido de su corazón y también la
ilusión por encontrar el amor, el amor correspondido, generoso, comprensivo,
ese en el que te puedes apoyar cada día para superar las dificultades que la
vida conlleva.
Sin embargo mientras paseaba por una calle
peatonal adoquinada, se fijó en cómo la hierba se abría paso por entre las
uniones formando unas hileras de un verde intenso que contrastaba con el tosco
gris del cemento. Esa observación dibujó una sonrisa en su cara.
Si la fragilidad de una brizna de
hierba tiene la fuerza para abrirse paso a través del adoquín, ¿quién era ella
para dudar del potencial de su corazón y la fuerza de su destino?
Que no hagan
callo las cosas. Ni en el alma ni en el cuerpo…Pasar por todo una vez, una vez
sólo y ligero, ligero, siempre ligero. (Versos de León Felipe)
© Todos los derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario