jueves, 18 de junio de 2020

ELLA Y SU FANTASMA

    Era de madrugada cuándo se despertó para ir al baño, medio adormilada echó una fugaz mirada al espejo quedándose impactada ante su reflejo. No reconocía el rostro envejecido, (pero sin apenas arrugas), el cabello cano y los ojos hundidos cómo sin vida. ¡Qué triste! Pensó: “si esa fuese  realmente yo”.

     Metida en la cama comenzó a divagar por los acontecimientos que le habían llevado hasta ese momento. Retrocedió a sus recuerdos más primigenios descubriendo asombrada que tenía algunas cicatrices “minúsculas”, pero cicatrices al fin y al cabo.

    A sus recién cumplidos diez años la ausencia materna la llevó por diversos internados, paradojas de la vida, son los momentos hermosos que todavía hoy le hacen sonreír.

    Luchadora innata, de carácter recio, sobrio y romántica empedernida, (esto último continúa siendo su talón de Aquiles, aunque se esfuerza por negarlo y reprimirlo en el fondo de su alma), ahora con tanto e intensamente vivido el romanticismo había salido de su corazón y también la ilusión por encontrar el amor, el amor correspondido, generoso, comprensivo, ese en el que te puedes apoyar cada día para superar las dificultades que la vida conlleva.

    Sin embargo mientras paseaba por una calle peatonal adoquinada, se fijó en cómo la hierba se abría paso por entre las uniones formando unas hileras de un verde intenso que contrastaba con el tosco gris del cemento. Esa observación dibujó una sonrisa en su cara.

Si la fragilidad de una brizna de hierba tiene la fuerza para abrirse paso a través del adoquín, ¿quién era ella para dudar del potencial de su corazón y la fuerza de su destino? 

Que no hagan callo las cosas. Ni en el alma ni en el cuerpo…Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero, ligero, siempre ligero. (Versos de León Felipe)




 
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