La jornada terminó de repente como si le hubiesen puesto un
motorcillo comenzó andar deprisa hacia el aparcamiento, abrió la puerta del
coche y se adentró en su mar de jazz mientras acudía a su cita familiar.
Durante la cena a duras penas
conseguía poner atención a la conversación, las dudas de actualizar la
información respecto a su nueva situación personal, le hacía mostrarse
inquieto.
A su madre no se le escapaba que algo
le ocurría y con voz firme le preguntó— ¿Que es lo que ibas a contarnos?—
A lo cual Néstor
respondió—Veréis, hace poco que Gela se marchó y estoy muy presionado en el trabajo, he pensado
que un cambio de aires no me vendría mal.
Carraspeó mientras tragaba saliva
y continuó— Como sabéis la casa de la sierra se queda tal cual está, había
pensado si os parece bien, que os trasladaseis a vivir allí, pues voy a estar
fuera bastante tiempo.—
Los padres se miraron
sorprendidos durante unos momentos y su padre le replicó—Mira hijo no nos
parece mal la idea, pero que hacemos con nuestra casa? tal y como están ahora
las cosas cualquier día se meten unos ocupas y ya sabes, luego para
echarlos…Mucho jaleo—
—Lo sé papá, también he pensado
en ello, si queréis la podéis vender y con lo que os den y la pensión pasaréis
una buena vejez—
—Pero no os dejamos nada de
herencia—
—No hace falta, habéis trabajado
mucho y merecéis tener unos años tranquilos y disfrutarlos—
—Bueno, bueno, lo pensaremos y te
decimos lo que acordemos—
—No tardéis mucho que quiero
dejar todo arreglado, si se vende el
piso yo me encargo de todo, no os
preocupéis hasta que no esté resuelto no lo digo en la empresa, me voy que se
me ha hecho tarde y mañana toca madrugar—
Se despidió de los dos progenitores,
al sentir cerrarse la puerta lanzó un suspiro de alivio, cerró los ojos un
instante mientras en su mente una frase retumbaba: ahora ya no hay marcha
atrás, el camino de un nuevo destino ha
comenzado.
Esa noche se fue directo a casa
se metió en la cama e intentó dormir daba vueltas sin cesar, sus pensamientos
estaban en un mar de confusión, cansado como estaba y Morfeo se debió ir de
fiesta con Baco porque por allí se había olvidado pasar.
Los frecuentes paseos a la cocina que si una
infusión, luego el vaso de leche templada y con tantas idas y venidas se agotó,
el cansancio junto con las pociones
mágicas hicieron que sus párpados al fin se cerraran.
Los días sucesivos después del
trabajo los dedicó a ordenar sus cosas y vaya si ordenó, solo le ocuparía una
maleta no precisaba llevar más equipaje. En éste nuevo desafío iba a necesitar
pocas cosas.
Lo importante se quedaba en la
casa de la sierra, en la habitación donde la música era la dueña y señora, allí
descansarían su colección de vinilos junto a sus libros favoritos. El resto lo
donaría a la biblioteca y la ropa de
grandes marcas seguro que su madre la daría a los vecinos o a la parroquia.
Pasó una semana desde que hablara
con sus padres pero éstos aún no le habían comunicado nada, cuando llevase la ropa
el domingo seguro le darían una respuesta.
Mientras tanto seguía la rutina
del trabajo sus clases de percusión intensivas le absorbían el poco tiempo
libre del que disponía. Sin embargo la impaciencia por dejar todo en orden o
quizás, el estar constantemente ocupado para no pensar en Gela.
Había tomado una decisión y no
tenía marcha atrás. El sonido del teléfono le trajo al presente inmediato, miró
quién le llamaba.
—Hola papá, ¿Qué me cuentas?—
— ¿Puedes venir a cenar esta
noche?—
—Sí, a la hora de siempre, ¿algo
más? —
—No, hasta la cena, adiós—
—Adiós papá—
Estaba inquieto a la vez que
ilusionado necesitaba que las horas fuesen segundos para acudir a la cita
familiar. A partir de esa noche sus sueños comenzarían a poner el cuenta kilómetros
a funcionar.
Cuando abrió la puerta del portal
sintió un escalofrío, subió las escaleras de dos en dos y aunque llevaba las
llaves llamó a la puerta, al abrir no esperaba que fuese su hermana la que le
franquease el paso. La cena iba a ser más intensa de lo que había
previsto.
A los postres la conversación fue
derivando hacia lo que Néstor llevaba
tiempo que se produjera, su padre comenzó explicando —No vamos a vender nuestra
casa, aunque te agradecemos tu interés, hemos pensado que lo mejor es que vayamos
los fines de semana y los meses de verano, allí se duerme fresquito así estará
tu casa con gente y cuidada—
—Jo papá, yo contaba con ese
dinero para instalarme los primeros meses, ahora se me desmoronan los planes—
—Te prestamos lo que te falte ya sabes
que a tu hermana le corresponderá esa misma cantidad, si ella está de acuerdo—
Miró con ojos de ansiedad a su hermana ésta le sonrió, respiró aliviado aunque su
padre no había dicho su última palabra.
—
¿Porqué tanto interés en ir a Nueva Orleans?—Aunque él
lo sabía quería escucharlo de labios de su hijo.
—
Sabes que mi pasión es el jazz allí fue y sigue estando lo mejor de esa
música, es un veneno que te corre por las venas y tienes que seguirla donde
quiera que te lleve. Bueno papá no creo que lo comprendas, —
Su padre se levantó y
sigilosamente fue al trastero, a los pocos minutos abrazaba con sus manos un
estuche negro, hizo sitio en la mesa
para mostrarlo mientras lo acariciaba.
—
No os lo he contado nunca ni siquiera a vuestra madre,
siendo muy joven hice el viaje que tu deseas emprender ahora, tocaba la
trompeta en una banda y se me quedaba pequeña la ciudad e intenté que Nueva
Orleans me hiciese suyo, practiqué horas y horas, días y días, meses y hasta
años, tanto que me dolía la boca al hablar. Busqué una escuela pero alguien me
dijo que el jazz no se aprende en los centros sino sobre el escenario al tocar
lo primero que te viene a la cabeza y con suerte los demás lo hacen al mismo
tiempo.
Pero no es así, la improvisación
parte de melodías de blues con variaciones armónicas, rítmicas y de timbre. El
sentimiento del jazz es la alegría que consigues cuando te sientes a gusto, lo
percibes porque te encuentras fatal, tienes
empatía y el deseo de mejorar las cosas no solo para los negros que
fueron sus creadores, sino para la espiritualidad de todo el mundo, el jazz no
es para solitarios —
—Lo he comprendido, tendré que
aprender a tocar la trompeta y retrasar el viaje, deseo tener algo más de
suerte que tú y que la ciudad me absorba. —
—Te la regalo cuídala mucho su
alma te trasladará a otros paraísos inimaginables. Respecto al trabajo pide una
excedencia por un tiempo prudencial por si tuvieses que regresar. —
—Lo tendré en cuenta todo lo que
ha ocurrido esta noche ha sido una gran lección de vida. —
Padre e hijo se fundieron en un
gran abrazo, nunca pensó que su padre mantuviese guardado ese secreto durante
casi toda una vida.
Con el obsequio bajo el brazo
salió de casa de sus padres caminando con alegría como si la trompeta se la hubiese
transmitido, sentía que disponía de un nuevo objetivo antes de emprender el
gran viaje.
La conversación con su padre
había sido muy esclarecedora, por su sangre corría desbocada la música de jazz,
ahora debía tomarse un tiempo de reflexión como suele decir poner las ideas en
orden, despacio y conocer al hombre que se parapetaba detrás del
padre.
(Continuará...)
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