domingo, 27 de septiembre de 2015

Poesía


 Amor constante más allá de la muerte...
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán cenizas, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
 
F. de Quevedo

2 comentarios:

  1. Hasta Aute sacó partido de esta poesía tan expresiva y hermosa. Me alegro de que la hayas compartido

    ResponderEliminar
  2. Es precioso este poema. gracias por compartirla. besos

    ResponderEliminar