domingo, 29 de noviembre de 2020

MARCADO POR LA MÚSICA


Marcos era un chaval de siete años cuando sus padres pusieron en sus manos un violín. Comenzó sus clases en la escuela de música sin mucho interés.

Sin embargo  sorprendió su habilidad con el instrumento. Su destreza era importante y a los nueve hizo su presentación en una salita del auditorio.

A los catorce años comenzó una gira por diversas ciudades españolas, todo iba muy deprisa, el éxito le acompañaba, las críticas glosaban su maestría a tan temprana edad.

Envuelto en una vorágine de halagos, su vida era una noria de emociones. A los dieciocho años era conocido en el mundo entero, sus conciertos despertaban una gran admiración.

Las adulaciones le sobrepasaron, los viajes y las habitaciones de hotel tan solitarias e impersonales. Los lazos familiares se limitaban a las llamadas de teléfono, su mundo personal se derruía,   la bebida que al principio le servía de alivio, pronto se adueñó de él.

Su vida licenciosa entre clubs de alterne y otros vicios, volvieron a sus dedos torpes y temblorosos La música le abandonó o más bien él a ella. Los contratos poco a poco fueron desapareciendo su fama otrora importante se tornó en vejaciones y desprecio.

Regresó a su ciudad natal  con el violín su único amigo, tocaba en una de las calles peatonales a la espera de unas monedas que le permitieran sobrevivir.

Cada nota que desgranaba su violín llevaba la sensibilidad de su espíritu, y con ello a otras almas que se parasen a escucharlo.

Unos por incomodidad o porque le reconociesen se alejaban intranquilos, los menos nos quedábamos a escucharle. Así un día y otro hasta que movida por la tristeza y amargura de sus ojos, me aproximé sin más intención de paliar por unos instantes la soledad que le embargaba.

El miedo a la reacción en la casa familiar le atenazaba, no soportaría el rechazo de los suyos ni su desdicha vital.

De esta manera conocí su historia y mis únicas palabras fueron: Vuelve con humildad, arrepentimiento cual hijo pródigo, de ese modo las puertas de sus corazones se abrirán.

He vuelto a pasear por esas calles y hecho en falta su música pero sonrío al pensar que habrá renacido en el lugar  donde pertenece.

                                       

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viernes, 20 de noviembre de 2020

EMBRUJO EN FLORENCIA


  Era su primera noche en Florencia, sus pupilas no dejaban de mirar por la ventana para cerciorarse de que estaba realmente en ella. Cansada se tumbó en  la cama  comenzó a respirar lento y profundo.

    Consiguió quedarse dormida pero su sueño distaba mucho de ser apacible. Con las primeras luces del alba se despertó empapada en sudor, con los cabellos revueltos y más cansada que cuando se acostó. 

    Una buena ducha templada y vestida con ropa deportiva   salió con el mapa en busca del embrujo de Florencia. Descubrió una taberna de sabor añejo con sus mesas de mármol y patas de hierro forjado,  le recordaron al antiguo Madrid.

   Con fervoroso entusiasmo se adentró en la Galería de los Ufizzi de pronto  sus ojos como dos surtidores comenzaron a brotar lágrimas de emoción.

En los libros observó  La Adoración de los Magos de Leonardo, las esculturas de Miguel Ángel  tantas y tantas que era imposible  acordarse, solo sabía que estaba delante de todo lo mejor  del Renacimiento.

   Transportada aquella época lejana donde las nuevas ideas sobre la concepción de la vida se basaba en la vuelta a los clásicos griegos.

    Cuando salió a la calle se encontraba mareada entornó los ojos mientras se apoyaba en la pared. Respiró profundo  unos segundos  los abrió lentamente para cerciorarse que todo estaba bien.

   Se encaminó hacia la Piazza Della Signoria, influida por el ambiente de la ciudad su imaginación volaba, escuchaba el blandir de las espadas de los partidarios de la familia Albizzi que gobernaba Florencia, sus enemigos los Médici que intrigaban y controlaban la ciudad hasta que Cósimo de Médici consiguió el poder.

  Lorenzo protegió las artes y a los mejores artistas, convirtió a Florencia en el mayor centro de arte. Leonardo, Miguel Ángel, Botticelli  ahora su vista se recreaba con todas las obras que salieron de sus manos. El museo al aire libre tan bello con sus esculturas tan perfectas y suaves que apetecía acariciarlas.

    El Palazzio Vecchio con el David de Miguel Ángel a un lado de la puerta principal da la bienvenida a   todos los  viandantes. También se escuchan  leyendas de fantasmas,  en los lugares donde tanta sangre se derramó. Se recostó en una pared del Palazzio.

    Levantó la vista para admirar la construcción ingeniosa con la que unieron los dos palacios sobre todo la  altura que tenía, era un gran pasillo cerrado. Comentan que los regentes acudían a los oficios religiosos sin ser vistos, gracias a los pasadizos que recorrían los edificios y  los almacenes que cubren el puente sobre el río Arno.

    Estaba cansada apenas, le quedaban fuerzas, con tanta belleza se le olvidó comer,  aún así prefirió pisar los aledaños de la catedral y el baptisterio.

 Al día siguiente un último recorrido a la iglesia de la Santa Croce, allí reposan los restos de los hombres más ilustres del Renacimiento, todos, menos Leonardo que se halla en Francia.  Con su máquina fotográfica colgada al cuello la mochila a la espalda paseaba por las callejuelas para impregnarse de la arquitectura de los edificios.

  Entró en los diminutos comercios de camisetas y recuerdos. Deseaba empaparse del ambiente florentino grabar en su memoria cada edificio, cada escultura  y  el color del mármol... 

    Anochecía los últimos rayos de sol reflejado en las piedras les daba una luz maravillosa. Al  día siguiente  dejaría atrás a la bella Florencia. Llena de melancolía  pasó su mano por el hocico del porcellino de bronce que hay el mercado, (según cuentan, si lo acaricias, regresarás de nuevo)  Por si acaso, ella  prometió volver.          ©  Todos los derechos reservados.

                                                                                                                                               

                                                  

domingo, 8 de noviembre de 2020

REMEMORÓ SU VOZ


  
El tren con unos minutos de retraso al fin hizo su aparición en la estación, iba cargada con una maleta, el portátil, su bolso y  el billete con la mirada buscaba el vagón correspondiente.

   —¡Clara, Clara!—oyó que una voz la llamaba  no le resultaba extraña se volvió a mirar de donde venía y desde la puerta de un vagón que no consiguió ubicar; si se entretenía iba a perderlo. Un estruendoso rugido  comenzó a sonar.

   Acomodada en su butaca respiró profundamente mientras su mente hacía esfuerzos por recordar al dueño de esa voz. Con la impaciencia de una adolescente no soportaba la incapacidad de  recordar al dueño de ese timbre  tan característico. Su memoria lo había archivado.

    El tren se adentraba en el túnel camino de la estación de Atocha, sin pensar se levantó, revisaba uno a uno cada vagón  no reconoció a nadie. En pocos minutos la máquina se detuvo.

     Se asomó a la puerta cosa inútil, el trasiego de viajeros formaba una barrera que imposibilitaba cualquier reconocimiento.

Al girarse oyó de nuevo— ¡Clara, Clara!—

  Volvió la cabeza pero tampoco vio a nadie familiar, se volvió a su asiento y miró por la ventana, a lo lejos creyó intuir una figura de hombre alto y delgado  cuyo porte que le recordó a alguien lejano… ¡Cómo iba a ser él!   Ha pasado toda una vida desde la última vez que intercambiaron sus mensajes encriptados, y también a través de las ventanillas de sus respectivos vehículos; allí gritó su nombre entre los rugidos de las dos fieras .

   Con sus respectivas parejas al volante  ellos atrás con sus hijos logró leer en sus labios un “te quiero” Clara le dedicó un gesto afirmativo por respuesta, entornó los ojos rememorando su voz diciéndoselo al oído.

    Ahora cuarenta años después sin verse ¿cómo podía ser él? Estaban cada uno en una punta del país; se recostó en la butaca mientras pensaba: ¡Qué boba, anda que no hay Claras por el mundo!....

    Al llegar a casa sonó el teléfono lo descolgó pero nadie le respondía solo una fatigada respiración se escuchaba al otro lado.

  Pasaron los meses sin volver a pensar en ello cuando  una voz triste le comunicó su muerte.

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