A la noche siguiente después de la cena
dejamos las maletas en la puerta del camarote, pues desde Venecia cogíamos el
vuelo de regreso a Madrid.
Nos esperaba un último día en el barco
navegando. Amparo y yo pensamos que una buena forma de pasar la mañana sería
darnos un masaje, utilizando los servicios de Spa para relajarnos, nos tumbaríamos frente al mar en una sala luminosa y
acristalada. Pasó la mañana casi sin darnos cuenta.
Después de comer y tomar un aromático café
volvimos al camarote a dormir la siesta.
A pesar del maletón que había traído Amparo no le cabían
sus cosas y a mi me sobraba espacio y kilos de equipaje. Uf...¡Qué jaleo!
Mañana queda Venecia y algo compraremos. Salimos a dar una vuelta por cubierta
para ver la animación de la gente, la inmensidad del mar y las estelas que deja
el buque al navegar.
Después de cenar fuimos al teatro nos
esperaba una actuación espectacular la cual finalizó con un desfile de banderas
y con nuestro himno. Era en homenaje por
haber ganado nuestra selección la Copa de Europa. Nos emocionamos y a su
conclusión rompimos con fuertes aplausos.
Ya llegó el día, atracamos en la laguna nos
aproximamos en un ferry muy cerquita del
puente de los suspiros, a partir de ahí nos fuimos a recorrer los canales y subimos
al emblemático puente Rialto. Encontramos una tiendecita escondida que surtía
de gran cantidad de objetos a muy buen precio. Los pendientes en plata de
máscaras y cristal de Murano, cuadros, máscaras de carnaval, etc.
De pronto comenzó a llover nos refugiamos
en los soportales de la Plaza de San Marcos, cada vez llovía con más intensidad
y nos compramos unos paraguas para
acercarnos al buque pero el agua nos cubría por los tobillos. Venecia se
inundaba y nosotras también. Menos mal que las fotografías las hicimos al
comienzo de la visita, si no, no tendríamos ninguna. Nos quedamos sin tomar un
café en uno de los muchos cafés que hay en la Plaza de San Marcos, lo bueno que
nos ahorramos un buen dinero ¡Qué precios! están por las nubes, menos mal que
los ponen al lado de la puerta…
Con tanta agua nos recogieron en el ferry para embarcarnos y
aproximarnos al aeropuerto. Después de comer nos fuimos al aeropuerto a coger
el avión que nos llevaría de regreso a Barajas. Pasamos la noche en Madrid por
la mañana en Chamartín tomamos el tren para Alicante.
Han pasado los años y su recuerdo permanece
imborrable en mi memoria.
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