lunes, 30 de mayo de 2016

MI AVENTURA GRIEGA IV


    A penas dormimos  cuando a las siete de la mañana ya estábamos en el autobús para visitar la isla de Corfú.

  Su antiquísima historia se remonta a su colonización por los corintios, tras la guerra del Peloponeso pasó a dominio de los espartanos, más tarde  volvió a estar bajo los atenienses. Con Alejandro Magno pasó a pertenecer a los romanos del Imperio Bizantino.

    La isla a partir de la Edad Media estuvo conquistada por árabes, normandos, venecianos y por medio del Tratado de Campoformio pasó a dominio francés bajo el mandato de Napoleón I, después del Congreso de Viena, Corfú y el resto de las islas jónicas pasó a control inglés, que fueron devueltas a Grecia en mil ochocientos sesenta y cuatro.

    Tras la perorata de la guía para ponernos en antecedentes de las ciudades  tan llenas de historia que veríamos desde el autobús. Luego pasamos al palacio Achillion de la emperatriz Isabel de Austria- Hungría. Es un palacete sobrio  con una estatua de la emperatriz a tamaño natural, franqueando el acceso al palacio de verano, lo más bonito era el jardín muy grande presidiéndolo la escultura de Aquiles con la flecha  en el talón. Sissi era una apasionada del héroe. Con fuentes, bancos, bellas plantas y unas vistas panorámicas fantásticas al borde del escarpado acantilado. Musolini cambió el interior dejándolo bastante escueto de adornos no añadiendo nada que lo embelleciera.

    Después fuimos a un pueblo muy bello con calles empinadas llenas de comercios, ya me quedaban pocos detalles para llevar a la familia y aquí me pareció un buen lugar para comprar cosas diferentes. Paseando por la calle central ví unos frutos parecidos a los nísperos que aquí llaman quino y con el cual fabrican un delicioso licor. Toda la zona era agrícola con vides, olivos y grandes plantaciones de quinos éstos eran originarios de Japón.

    Compré una cestita de madera llena de frutos, un par de botellitas de licor con la forma de la isla y su mapa dibujado en tonos azules. Con ello completé mi lista de regalos para llevar.

    Ya se terminaba el tiempo de asueto y  compras nos volvimos al autobús para regresar al buque. Para empezar con la fantástica rutina de cada tarde-noche que poco a poco pronto iban a llegar a su fin.

    A la mañana siguiente nos esperaba una gran excursión a un bonito país con las cicatrices de una  guerra que no hacia mucho había terminado.

    Ya en el autobús de nuevo la guía comenzó según su costumbre a comentarnos un poco por encima la historia de Croacia y luego concretando la de la capital.   Preparadas con nuestra libreta tomábamos notas a vuela pluma con intención de ordenarlas al llegar Alicante. Teníamos mucha información los datos en nuestra mente se confundían, por eso apuntábamos todo lo posible lo que escuchamos a la guía. Eso sí que era una excelente idea y más cuando se es una entusiasta aficionada a la  historia Antigua y Medieval cómo  lo soy  yo.

       Disfrutaría doblemente primero in situ y después con los resúmenes de las notas que junto con la cantidad de fotografías hechas durante todas las excursiones  nos servían de apoyo a los datos históricos.

    La guía hizo un breve descanso para a continuación contarnos cómo a Dubrovnik (también llamada Ragusa) se la conocía con el sobre nombre de la perla del Adriático, está enclavada en la región de Dalmacia. Zona de grandes barbaries y de excelentes exponentes de las artes y las ciencias. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en mil novecientos setenta y nueve.

    Después se retrotrajo a la antigüedad diciendo que fue una ciudad ateniense hasta  la batalla de Kosovo, dando lugar a la firma un acuerdo de protección con los otomanos, a cambio pagaba un tributo al sultán que llevaban a Costantinopla. Los armadores tenían el privilegio e comerciar con Asia y África, Ragusa rivalizó con Pisa y Venecia en riqueza pero con Florencia en la cultura. Además Ragusa llegó a tener consulado en Sevilla.

    La ciudad fue independiente casi mil años e incluso ocupada la República de Ragusa conservó una gran autonomía gracias a sus habilidades diplomáticas. Hasta que las conquistas de Napoleón le llevó a la República de Ragusa que la abolió en un decreto de mil ochocientos ocho. El dominio francés solo duró unos cuatro años aproximadamente, aunque en ese tiempo construyeron una fortificación en la cima de la montaña y una larguísima carretera que aún subsisten. En mil ochocientos quince en el Congreso de Viena se abolió el imperio napoleónico y pasó a depender del imperio Austro-Húngaro.

 En la primera parte del siglo XX  pasó a dominio yugoslavo y donde Ragusa pasó oficialmente a llamarse Dubrovnik. En mil novecientos noventa y uno Yugoslavia se desmiembra, estallando la guerra y en ese mismo año proclaman por unanimidad a Croacia como país independiente. En abril del dos mil doce tenía prevista su incorporación a la Comunidad Económica Europea.

    Después de ésta lección de historia empezamos realmente a visitar los lugares más emblemáticos de la ciudad, tales cómo sus murallas con sus respectivas puertas, la catedral que por cierto se hallaban en pleno oficio de la Misa, ya que en su mayoría son católicos.

    Luego recorrimos las escalinatas de sus estrechas calles adornadas con flores al igual que en el barrio pesquero de Alicante, pero éstas con mucho empaque y señorío.  El gran mercado al aire libre cubiertos por unos toldos de diverso cromatismo. Todo el conjunto era una explosión  de olor y color que expelían sus frutos. En él se hallaban todo tipo de productos que constituían su alimentación sólida y líquida, por otra zona  del mercado encontrabas la ropa, los complementos, los bolsos con toda variedad de estilos y usos cualquier cosa que uno se pudiera imaginar. Entre tantos puestos nos deleitamos tanto por su gente cómo sus actitudes y vestimenta.

    Seguidamente nos perdimos entre las callejuelas escalonadas con sabor marinero para después acercarnos al puerto lleno de cruceros y de los barcos más lujosos.                                                               

 
                          Bajada de la red.



  
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