viernes, 31 de julio de 2020

LUNA DE PRIMAVERA


                                              
Sonó el despertador como cada mañana y Guzmán se apresuró a apagarlo para que su mujer no se despertase. Se levantaba a las cinco de la mañana e iba a correr por el parque hasta llegar al lago, allí descansaba unos minutos mientras miraba ensimismado el agua, después daba una vuelta a  alrededor del parque y regresaba a casa.
Así todos los días desde su vuelta de vacaciones. Sentía la necesidad de hacerlo para sentirse bien durante la jornada.
Sin embargo a medida que fueron pasando las semanas el lago se adueñaba de sus sentidos, se estaba convirtiendo en una atracción cada vez más enfermiza.
Se despertaba con la imagen de una joven poseedora de una melena de color castaño y ondulado que le cubría la  espalda, y con los pies en el agua jugueteaba. El lago dejaba ver unos peldaños de escalera.
Así un día, otro, y otro, mientras Guzmán seguía con su rutina matutina con la esperanza de hallar a la misteriosa mujer de sus sueños.
A medida que avanzaba el invierno, su inconsciente le revelaba constantemente la imagen intrigante de la dama, siempre de espalda hasta que una madrugada se despertó empapado en sudor. ¡La había visto! De perfil, pero la había visto.
Se vistió y corrió  hacia el lago, al llegar se desplomó sobre la fría hierba. Nadie lo esperaba, todo fue una jugarreta de su mente.
Guzmán siguió corriendo,  cada mañana se tumbaba a la orilla del lago a esperar sin saber muy bien el qué. El agua le hablaba, sin embargo él no entendía su lenguaje.
Los sueños que durante un tiempo desaparecieron, una noche regresaron de manera extraña.
La mujer se había recogido el pelo y aparecía de frente sentada con una taza de té, dentro de una barca adornada con una calavera. Un escalofrío recorrió su cuerpo.
Por primera vez sintió miedo de sí mismo, no sabía cómo interpretarlo un mar de dudas se adueñó de su mente.
La primavera se aproximaba los días comenzaban a ser más largos y templados. Guzmán navegaba entre sus sueños  últimamente la veía emerger en el centro del lago con el pelo al viento, le miraba de frente con una calavera en su mano izquierda y una pluma de ave en la derecha.
Mientras la luna se difuminaba entre las nubes, la dama era empujada a dormir por los rayos tenues del sol.
Estaba agotado de tanta ensoñación, se mostraba irritable y alterado, su carácter cambiaba a cada instante y la convivencia en casa se hacía insoportable.
Al llegar la noche temía la hora de acostarse,  no sabía que ésta vez sería la última de sus pesadillas.
Dormía plácidamente, cuando de nuevo la fémina se le apareció a la orilla del lago entre flores recostada, dentro de una gran concha desnuda y tocando una flauta de la cual salía una dulce melodía.
Relajado, con una sonrisa en los labios posó sus ojos incrédulos por las curvas sinuosas de la mujer que le invitaba hacer el amor. Su mirada se elevó hacia el rostro el rostro y  con asombro reconoció a su mujer.
Se despertó y comenzó a besarla, sus manos recorrían su piel tantas veces acariciada y que hasta ahora se había vuelto una extraña.
Hicieron el amor durante horas con la intensidad de antaño. Lo que andaba buscando lo había tenido siempre a su lado.
Durmieron muchas horas  cuando ella le acarició para despertarlo solo notó el frío de su piel.
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domingo, 19 de julio de 2020

FANTASÍA ONÍRICA


                                          
De buena mañana salí a pasear y ante mí se dibujó un hermoso jardín que mostraba unos rosales hermosos, cuajados de flores con numerosas mariposas revoloteando a su alrededor.  Entre todo sobresalía un frondoso árbol cuajado de frutos rojos que  parecían manzanas, a su lado una esbelta mujer cubierta con una túnica de un blanco destellante  de estilo  griego. Con la mano había cogido un fruto e hizo ademán de acercarlo a su boca.
¡OH  Sorpresa!  Su cara no era de mujer, más bien se correspondía con un ciervo con sus cuernos y todo!
Más adelante diviso a otra dama aspirando la fragancia de de unas pálidas flores, con un vestido azul intenso que con los rayos de luz produce un brillo espectacular. Lo extraño en esta ocasión era el tocado que la adornaba una gran mosca verde en el lado izquierdo de su cabello.
Sigo adentrándome en el jardín hasta hallar una puerta traslúcida donde la luz del sol se manifiesta en todo su esplendor.
Puse mi mano sobre el cristal entonces ví un cuerpo de mujer desnudo suspendido en el aire rodeada de avispas, ella se protegía la cabeza con los brazos. De  unas nubes blancas salía una mano que le ofrecía una llave, de pronto los cúmulos se tornaron  azules y la puerta se cerró.
En ese momento apareció un teatrillo de títeres donde una bailarina hacía piruetas sobre un cocodrilo. Su rostro aparentaba una serenidad que le faltaba, mientras unas pistolas le apuntaban desde los dos lados del telón.
Las olas de cartón piedra simulaban un inmenso mar encrespado y sobre su cabeza lucía un enorme sol de protección. El cocodrilo se movió sigiloso y los dos desaparecieron entre las olas.
Miré hacia la izquierda del paseo donde contemplé un cenador rodeado de frondosos arbustos, entonces giré los ojos hacia el otro lado y vi una media columna de bellos labrados que sostenía una gran maceta del mismo color.
Estaba cubierta de hermosa flores diminutas, en el suelo unas níveas azucenas embriagaban el aire.
De pronto me sentí en el país de Alicia. Hombres con cabeza de conejo, niños con  ropajes de duendes, ¿una cebra o una mujer? era mitad cebra y mitad mujer, que vigilaba un pebetero. El dedo índice de su mano izquierda señalaba hacia el firmamento y el otro hacia la tierra.
Por fin vi un caballo, algo normal o eso creía yo, porque a medida que alzaba la vista lo que en un primer momento era el cuerpo de un caballo, se fue convirtiendo en un apuesto joven que escondía sus ojos tras un negro antifaz, mientras un niño-conejo le cuchicheaba al oído.
Un hermoso lago azul daba paso a unas preciosas palmeras que ascendían hacia el cielo.
Fué una nueva aparición de dos hermosas mujeres en plena madurez ataviadas con vestidos de la época del REY SOL, sus peinados voluminosos de color plateado me hizo pensar que había llegado el momento de admirar una imagen normal.
A medida que mis ojos recorrían sus cuerpos   observaba  los bordados y  los encajes de los vestidos, cuando llegué hasta sus manos me dí cuenta que nada era "normal"
 Con  cada una de sus manos sostenían un corazón, y en la otra una litografía de un gran ojo,  la mano de la otra mujer  aferraba una llave como signo de protección.
Entre abrí los ojos lentamente para ubicarme, la cama estaba tan revuelta que mi cuerpo estaba enredado entre las sábanas.
Las imágenes oníricas golpeaban una y otra vez mis pensamientos, estaba tan agotada como si en verdad hubiese viajado por esos lugares, ¿o quizás sí?...

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VIENTO DE LEVANTE


                                          
Este año la Semana Santa caía a mediados de abril  a  Lucía le pesaba un mundo el segundo trimestre de instituto, a pesar de haberlo interrumpido con el viaje de fin de curso a París. Una experiencia que le abriría los ojos a un mundo con  unas costumbres diferentes, le enseñaría que los seres humanos son igual en cualquier parte del globo solo cambia el escenario.
A sus diecisiete años acababa de sentir las flechas de Cupido tan profundo que parecía flotar. Era su último año y para Manuel también, luego tendrían que distanciarse por sus estudios ya que él iba a la politécnica de Madrid, mientras ella seguiría en Alicante –el tren solo tarda dos horas largas y los fines de semana nos veremos – se decía Lucía.
Los años pasaban mientras ellos con la mirada puesta en finalizar sus estudios y encontrar un trabajo que les permitiera ahorrar,  comprar una casa a la que llamar hogar y compartir las ilusiones de un futuro juntos.
El tiempo pasa inexorable para todos  el de Lucía y Manuel también, sus prisas por estar juntos les llevó a celebrar su boda sin tener un lugar propio, no importaba se tenían el uno al otro. De momento compartirían techo con los padres de Manuel la casa era grande, necesitaban ahorrar...
La felicidad les salía por cada poro de su piel mientras en la casa los demás les observaban con sonrisas burlonas.
Sí, se daban cuenta de ello  por eso decidieron que Lucía aceptara el turno de noche para poder reunir el dinero suficiente y alejarse antes de que la convivencia se volviera insoportable.
A los pocos meses la mudanza se efectuaba con premura y satisfacción por ambas partes, por fin esa noche estrenaban su acariciado hogar.
Manuel comienza a pasar más tiempo en el despacho,  la soledad nocturna le acorrala, nunca había estado solo, echaba tanto de menos la ternura de Lucía, sus besos, sus abrazos y las palabras zalameras que le susurraba al oído cuando se acurrucaba en su pecho.
Así un día y otro, un mes y otro, hasta que una madrugada cansado decide tomar una copa antes de regresar a casa, a esa casa desangelada, es demasiado para mí piensa mientras encamina sus pasos hacia el bar de enfrente, cruza el umbral del establecimiento, de pié junto a la barra pide un gin tonic  observa a la gente, se da cuenta que su atuendo le distingue de los demás, sabe que ese no es su lugar, cuando acerca el vaso a sus boca una bella mujer se le aproxima.
No puede ser que un bombón así se haya fijado en él, tan poca cosa y tan desarreglado…Sin embargo ella le hace sentirse bien, sentirse importante, solo ha tomado una copa y parece embriagado.
Le invita a su casa pero Manuel está indeciso a lo cual ella le incita a tomar una última copa, cuando accede le dice son cincuenta euros media hora.
Se va a gastar un dinero del que no dispone,  las facturas no esperan  por ello Lucía se sacrifica por los dos.
Mueve la cabeza para alejar ese pensamiento que le incomoda, mira a la joven y asiente.
Manuel disfruta como nunca ella satisface todas sus fantasías que Lucía nunca le daría, o ¿sí? Nunca se lo ha propuesto, ¿Dónde queda su amor por  ella? Esa chica es mucho más divertid y experimentada que su mujer, no hay comparación.
Poco a poco se va enganchando en su red lo que en un principio fueron 50 euros se convirtieron en 100. No importaba  con tal de seguir a su lado.
En su cabeza solo había lugar para ella tenía que ser suya. Ella sí sabe hacerle feliz es su alma gemela, tiene que ser suya  es su prioridad.
Lucía sabe que algo no marcha bien sin embargo confía en él. Inesperadamente la ofrecen el cambio de turno desea llegar a casa y compartir su alegría con Manuel al fin podrán pasar tiempo juntos, esa noche no iba a trabajar.
Al llegar a casa sobre la mesa del salón ve un montón de cartas observa que son   facturas. Se prepara un café mientras mira con pausa los gastos que Manuel ha hecho en regalos de mujer que ella no ha recibido.
La indignación, la rabia dan paso a un llanto furibundo mientras golpea la mesa y se pregunta ¿por qué? ¿Por qué? Afuera el viento de Levante ruge con fuerza nada comparable con el huracán que la invade.
Manuel está contra las cuerdas ya no tiene dinero, ha gastado todos los ahorros y las tarjetas de crédito, solo le queda una opción la tarjeta de la empresa, sabe que si la utiliza perderá su trabajo pero su amante se lo merece todo, todo por estar juntos incluso la vida si le pidiera.
Cuando llega a casa le sorprende ver a Lucía sentada en la cocina, lleva horas esperándole.
    ¿Qué haces aquí?—pregunta extrañado
    Me han cambiado el turno—responde,  quiero que me digas la verdad ¿tienes una amante?—
    Sí—dice con firmeza.
Lucía no esperaba esa confirmación deseaba que hubiese una explicación, Él era su único amor  todo se le desmoronaba no lo podía consentir.
Además le comenta que ha perdido su empleo y no sabe que hacer. De nuevo toma las riendas para salvar su hogar.
—Dejarás de verla, buscarás otro trabajo y cuidarás de la casa mientras no tengas otra cosa que hacer, tenemos que saldar tus deudas,  sanear la economía—
Manuel asiente durante un tiempo cumple todas las condiciones de  Lucía, las cosas empiezan a mejorar incluso en su relación con ella. La suerte llama a su puerta en forma de un puesto de  profesor en la universidad de la ciudad.
Ahora su autoestima está por las nubes ya no necesita el sueldo de Lucía para vivir, puede disponer a su albedrío de parte del dinero.
De nuevo busca a su amante desesperado, necesita pasar con ella el fin de semana, ¡Dios, como la  he echado de menos!
Esta vez ella le dice que son mil euros el día sin pensar en Lucía se la lleva a un hotel rural perdido entre montañas. Se encuentra en una nube de fantasía a penas salen de la habitación. En el exterior el viento ruge como presagio de mal agüero.
De regreso a la ciudad ella le pide lo convenido saca su cartera y le da los mil euros, enfadada le dice que eso solo es un día que faltan dos mil más.
La discusión se eleva de tono de los gritos pasa a los golpes. Manuel baja del coche a ver si el viento de Levante barre su ira, detrás le sigue la joven que no deja de reclamar la deuda.
—Sube al coche, sube al coche—le repite; ella refunfuñando se monta.
La cabeza de Manuel parece un molinillo, tiene que urdir algo rápido que la tranquilice.
Su amante no ceja en el empeño de cobrar y él estalla roto por su simplicidad para complicarse la vida, siempre que falla a Lucía la destroza.
Desesperado ante la insistencia de la chica pega un volantazo y estrella el coche contra un árbol.
Suena el teléfono Lucía piensa que es su marido que vuelve a casa, en efecto son noticias de su marido que nunca regresará, solo la joven que lo acompañaba está gravísima en el hospital.
Cuelga el móvil  no le sale un suspiro, ni una lágrima, solo susurra tanto esfuerzo, tanta lucha para nada…




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viernes, 17 de julio de 2020

ENTRE PIGMENTOS Y PINCELES


  Le encantaba la pintura y en Etnacil su pequeña ciudad de provincias, los museos eran abundantes pero no con la importancia de hacer grandes exposiciones. Pero un año se  obtuvo el premio europeo al mejor museo de Arqueología.
 Una de las veces que se acercó a Madrid para visitar el Museo del Prado coincidió con una exposición especial sobre la obra de Monet. Ella   se quedaba absorta ante cualquier cuadro de los impresionistas....  Desde que vio las maravillas de los jardines de Claude Monet aquel día en el Museo, supo que cambiaría  parte de sus estudios para encauzar la que sería su profesión definitiva.
    Estudiaba Bellas Artes con la intención de restaurar las grandes obras de la pintura  de ese modo  penetrar en la mente de los autores, adentrarse en las circunstancias de sus vidas.  Al volver a la universidad se interesó por el diseño de los jardines. Estudiaba sin cesar, el día no tenía suficientes horas para ella. Ahora su vida giraba entre las clases y su habitación, con la cabeza siempre dentro de los libros y del portátil.
    Se rodeó de láminas de las obras del pintor, no que  Le encantaba la pintura y en Etnacil su pequeña ciudad de provincias, los museos eran abundantes pero no con la importancia de hacer grandes exposiciones. Pero un año se  obtuvo el premio europeo al mejor museo de Arqueología.

 Una de las veces que se acercó a Madrid para visitar el Museo del Prado coincidió con una exposición especial sobre la obra de Monet. Ella   se quedaba absorta ante cualquier cuadro de los impresionistas....  Desde que vio las maravillas de los jardines de Claude Monet aquel día en el Museo, supo que cambiaría  parte de sus estudios para encauzar la que sería su profesión definitiva.

    Estudiaba Bellas Artes con la intención de restaurar las grandes obras de la pintura  de ese modo  penetrar en la mente de los autores, adentrarse en las circunstancias de sus vidas.  Al volver a la universidad se interesó por el diseño de los jardines. Estudiaba sin cesar, el día no tenía suficientes horas para ella. Ahora su vida giraba entre las clases y su habitación, con la cabeza siempre dentro de los libros y del portátil. daba un hueco de la pared que no cubriera. Tanto se entusiasmó con él que investigó hasta el detalle más insignificante de su biografía.
    Llegó el verano de su partida inminente a París. Con poco equipaje y con muchos sueños en la cabeza, comenzaba una experiencia que no sabía a donde le conduciría. La aventura en la que se embarcaba era excitante, durante el vuelo cerraba los ojos imaginándose paseando por el barrio bohemio de  Montmartre y   las zonas aledañas, ¿quien sujeta  una fantasía tan desbordante como la suya? Solo la realidad podría bajarla de la nube de ensoñación en que se hallaba.
    Por fin pisaba las calles que otrora lo hiciesen aquellos pintores valientes, que  rompieron  los cánones establecidos e ignoraron los consejos de los marchantes. Esa misma rebeldía  le subía por sus pies y se adueñaba de todo el cuerpo, esa imperiosa necesidad de lo desconocido la trasladó a París.
    Estaba entre los pintores aficionados y otros que dominaban el arte con un embrujo especial, al contemplarlos sintió hacerse pequeñita casi invisible sin embargo buscó un lugar que le permitiera esbozar un retazo del lugar.
   Extendió su silla de tijera abrió el bloc de dibujo, cogió un carboncillo con su mano izquierda mientras con la derecha sujetaba el bloc, sus ágiles dedos deslizaban trazos a toda velocidad  apenas si parpadeaba ante tanta excitación.
    Cuando una voz le preguntó: ¿a quién dibujas?  A lo que ella respondió –a la mujer que tengo delante –
   —No veo a nadie solo están los edificios— Priscila levantó la mirada y comprobó que efectivamente el muchacho tenía razón, entonces... ¿a quién había dibujado ella? Juraría que estaba delante con ropas de época.
    Le mostró el retrato a Michael  ambos reconocieron el gran parecido con un cuadro de Monet se miraron desconcertados negando con la cabeza, “no puede ser… pero se parece tanto a Camille” murmuraron entre dientes.
     Recogieron sus útiles pensativos y se fueron a comer a la taberna próxima que conservaba algún cuadro del pintor.
     Apoyando los bártulos junto a la ventana al tiempo que se sentaban en los taburetes de madera oscura, el camarero se aproximó con la carta. No pudiendo reprimir su curiosidad Priscila sacó su bloc que puso sobre la mesa al verlo el hombre le comentó— ¿Ha visto a la señora mientras dibujaba?—
    —Si— contestó. Entonces comenzó a contarle que efectivamente era Camille la primera esposa del pintor que solía aparecerse a las jóvenes aficionadas entusiasmadas por las obras de Monet. Dicen que sus celos les provocan visiones hasta el punto de volver loca alguna de ellas. Así que señorita le recomendaría la vuelta a su país antes de que sea tarde.
   Incrédula ante todas las leyendas de fantasmas o cosas por el estilo Priscila sonrió con benevolencia al camarero mientras devoraba su bistec con patatas fritas.
    Se despidió de su nuevo amigo hasta la mañana siguiente y entre risas decía— no pintaré a Camille—.
    Pasaron varios días sin acercarse por el lugar, Michael preguntaba por ella a todos los que les vieron aquella mañana en la taberna, pero nadie le dio una respuesta. Inquieto marchó a la comisaría más cercana a denunciar su desaparición.
    A las pocas horas le dijeron que a su amiga la hallaron en circunstancias poco agradables, hablaba incoherencias y desnutrida.
     Fue al hospital y según se acercaba a la habitación  escuchaba una voz que decía: ¡Oscar-Claud!...  ¡Claud!... ¡Claud!..

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miércoles, 15 de julio de 2020

TROMPETAS Y TIMBALES III


Esa noche se durmió tatareando la música. Saltaba de una canción a otra hasta que  el sopor nocturno  le cerraron los párpados.
Era la primera vez en mucho tiempo que no tiraba el despertador, se fue a la ducha con la musiquilla en los oídos, después en la cocina tomó un vaso de zumo de naranja y subió al coche rumbo a la oficina.
Dentro del despacho comenzó a cambiar algunas cosas de orientación menos la mesa y la incómoda silla, se tomó un café con leche de la máquina  para comenzar  su ardua tarea, luego un pequeño descanso para el sándwich de media mañana y otro café para aguantar hasta el medio día.
A las ocho de la tarde se fue a Clamores necesitaba el jazz como alimento espiritual y un bocata de calamares con un rubia cerveza sin alcohol para mitigar el hambre y la sed.
Después de tres horas se fue a dormir hasta el día siguiente, así pasó la semana hasta el viernes por la noche que volvió a cenar con sus padres.
El sábado a primera hora tomaron un café con leche y se fueron camino de la sierra, una vez asentados padre e hijo se fueron a caminar entre los peñascos hasta la hora de comer. Un buen momento para descubrir al hombre, pensó Néstor.
—Oye papá, la otra noche nos dejaste muy sorprendidos jamás se me hubiese ocurrido pensar que tuvieses una vida oculta—
 Con una media sonrisa replicó— Todo esto pasó antes de conocer a vuestra madre  no se lo conté porque era lo mejor, pues cuando se abre un ovillo se empieza a tirar del hilo y no se sabe como acaba, así hemos disfrutado de una vida tranquila—
—Algunos recuerdos buenos seguro que guardarás—
—Cada año al llegar los carnavales mi mente viaja hasta Nueva Orleans, su Mardi Gras se basa en los nuestros, son las raíces que les dejamos mientras fue española; las peñas decoran las carrozas para el desfile pero solo puedes acceder si pagas la cuota o sea que lo de las peñas te suena eh? —
—Pues no lo has tenido que pasar nada bien, si te acordabas tanto—
—Con el tiempo te acostumbras a vivir con ello, no te queda otra—
— ¿y cuál fue el verdadero motivo de tu regreso, alguna mujer?—
Volvió a hacer una mueca que quiso ser sonrisa y respondió— Tú sabes que casi todas las bandas la componían negros, no es como ahora. A mí de vez en cuando casi al final de la actuación me dejaban tocar con ellos para practicar —
—No has contestado a mi pregunta—

—Pues si por una mujer, la conocí en el local al que acudía era muy hermosa, y sí era negra, nos veíamos a escondidas pues entonces no las dejaban salir con blancos, su hermano tocaba en la banda. Así por encima te diré que él se enteró  la obligaron a casarse con un amigo de la familia, me resultaba imposible verla y no hablarla y coger su mano por ello decidí poner agua y tierra por medio para seguir adelante—
—Lo siento por tu sufrimiento, pero gracias a ello estamos aquí—
—Guarda la trompeta y sigue con la percusión hasta que toque como  Lenny White te queda un arduo camino—
—A tanto no aspiro con hacerlo bien… Dime  algún nombre  con los que tocabas o no fueron famosos—
—Morton escribió muchas melodías con matiz español para que el jazz sonara auténtico. Las bandas de Fletcher, Duke Ellington y alguna otra que ya los nombres se me van de la memoria a fuerza de acallarlos, los años que no perdonan—
Anduvieron el camino de vuelta enfrascados en sus pensamientos, uno aflorando vivencias que solo él conocía y Néstor ordenando en carpetas como si del ordenador se tratase toda la información recibida.
El fin de semana había sido muy especial, enriquecedor, no importa donde te encuentres las vivencias y sentimientos te acompañan siempre, no se puede huir  de ellos por lejos que vayas.
Durante las semanas siguientes los fines de semana subía con sus padres a  la sierra, la habitación insonorizada por fin tenía alma, sonaba la trompeta y la percusión al compás de los vinilos de jazz.
Al llegar el verano llevó a sus padres al pueblecito serrano, mientras él se fue a recorrer los caminos con el equipaje cargado de ilusiones como otrora hiciese su padre.

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martes, 14 de julio de 2020

TROMPETAS Y TIMBALES II

La jornada terminó  de repente como si le hubiesen puesto un motorcillo comenzó andar deprisa hacia el aparcamiento, abrió la puerta del coche y se adentró en su mar de jazz mientras acudía a su cita familiar.
Durante la cena a duras penas conseguía poner atención a la conversación, las dudas de actualizar la información respecto a su nueva situación personal, le hacía mostrarse inquieto.
A su madre no se le escapaba que algo le ocurría y con voz firme le preguntó— ¿Que es lo que ibas a contarnos?—
A lo cual Néstor respondió—Veréis, hace poco que Gela se marchó y  estoy muy presionado en el trabajo, he pensado que un cambio de aires no me vendría mal.
Carraspeó mientras tragaba saliva y continuó— Como sabéis la casa de la sierra se queda tal cual está, había pensado si os parece bien, que os trasladaseis a vivir allí, pues voy a estar fuera bastante tiempo.—
Los padres se miraron sorprendidos durante unos momentos y su padre le replicó—Mira hijo no nos parece mal la idea, pero que hacemos con nuestra casa? tal y como están ahora las cosas cualquier día se meten unos ocupas y ya sabes, luego para echarlos…Mucho jaleo—
—Lo sé papá, también he pensado en ello, si queréis la podéis vender y con lo que os den y la pensión pasaréis una buena vejez—
—Pero no os dejamos nada de herencia—
—No hace falta, habéis trabajado mucho y merecéis tener unos años tranquilos y disfrutarlos—
—Bueno, bueno, lo pensaremos y te decimos lo que acordemos—
—No tardéis mucho que quiero dejar todo arreglado,  si se vende el piso  yo me encargo de todo, no os preocupéis hasta que no esté resuelto no lo digo en la empresa, me voy que se me ha hecho tarde y mañana toca madrugar—
Se despidió de los dos progenitores, al sentir cerrarse la puerta lanzó un suspiro de alivio, cerró los ojos un instante mientras en su mente una frase retumbaba: ahora ya no hay marcha atrás,  el camino de un nuevo destino ha comenzado.
Esa noche se fue directo a casa se metió en la cama e intentó dormir daba vueltas sin cesar, sus pensamientos estaban en un mar de confusión, cansado como estaba y Morfeo se debió ir de fiesta con Baco porque por allí se había olvidado pasar.
Los  frecuentes paseos a la cocina que si una infusión, luego el vaso de leche templada y con tantas idas y venidas se agotó, el cansancio  junto con las pociones mágicas hicieron que sus párpados al fin se cerraran.
Los días sucesivos después del trabajo los dedicó a ordenar sus cosas y vaya si ordenó, solo le ocuparía una maleta no precisaba llevar más equipaje. En éste nuevo desafío iba a necesitar pocas cosas.
Lo importante se quedaba en la casa de la sierra, en la habitación donde la música era la dueña y señora, allí descansarían su colección de vinilos junto a sus libros favoritos. El resto lo donaría a la biblioteca y  la ropa de grandes marcas seguro que su madre la daría a los vecinos o a la parroquia.
Pasó una semana desde que hablara con sus padres pero éstos aún no le habían comunicado nada, cuando llevase la ropa el domingo seguro le darían una respuesta.
Mientras tanto seguía la rutina del trabajo sus clases de percusión intensivas le absorbían el poco tiempo libre del que disponía. Sin embargo la impaciencia por dejar todo en orden o quizás, el estar constantemente ocupado para no pensar en Gela.
Había tomado una decisión y no tenía marcha atrás. El sonido del teléfono le trajo al presente inmediato, miró quién le llamaba.
—Hola papá, ¿Qué me cuentas?—
— ¿Puedes venir a cenar esta noche?—
—Sí, a la hora de siempre, ¿algo más? —
—No, hasta la cena, adiós—
—Adiós papá—
Estaba inquieto a la vez que ilusionado necesitaba que las horas fuesen segundos para acudir a la cita familiar. A partir de esa noche sus sueños comenzarían a poner el cuenta kilómetros a funcionar.    

Cuando abrió la puerta del portal sintió un escalofrío, subió las escaleras de dos en dos y aunque llevaba las llaves llamó a la puerta, al abrir no esperaba que fuese su hermana la que le franquease el paso. La cena iba a ser más intensa de lo que había previsto. 
A los postres la conversación fue derivando hacia lo que  Néstor llevaba tiempo que se produjera, su padre comenzó explicando —No vamos a vender nuestra casa, aunque te agradecemos tu interés, hemos pensado que lo mejor es que vayamos los fines de semana y los meses de verano, allí se duerme fresquito así estará tu casa con gente y cuidada—
—Jo papá, yo contaba con ese dinero para instalarme los primeros meses, ahora se me desmoronan los planes—
—Te prestamos lo que te falte ya sabes que a tu hermana le corresponderá esa misma cantidad, si ella está de acuerdo—
Miró con ojos  de ansiedad a su hermana  ésta le sonrió, respiró aliviado aunque su padre no había dicho su última palabra.
    ¿Porqué tanto interés en ir a Nueva Orleans?—Aunque él lo sabía quería escucharlo de labios de su hijo.
    Sabes que mi pasión es el jazz  allí fue y sigue estando lo mejor de esa música, es un veneno que te corre por las venas y tienes que seguirla donde quiera que te lleve. Bueno papá no creo que lo comprendas, —
Su padre se levantó y sigilosamente fue al trastero, a los pocos minutos abrazaba con sus manos un estuche negro,  hizo sitio en la mesa para mostrarlo mientras lo acariciaba.
    No os lo he contado nunca ni siquiera a vuestra madre, siendo muy joven hice el viaje que tu deseas emprender ahora, tocaba la trompeta en una banda y se me quedaba pequeña la ciudad e intenté que Nueva Orleans me hiciese suyo, practiqué horas y horas, días y días, meses y hasta años, tanto que me dolía la boca al hablar. Busqué una escuela pero alguien me dijo que el jazz no se aprende en los centros sino sobre el escenario al tocar lo primero que te viene a la cabeza y con suerte los demás lo hacen al mismo tiempo.
Pero no es así, la improvisación parte de melodías de blues con variaciones armónicas, rítmicas y de timbre. El sentimiento del jazz es la alegría que consigues cuando te sientes a gusto, lo percibes porque te encuentras fatal, tienes  empatía y el deseo de mejorar las cosas no solo para los negros que fueron sus creadores, sino para la espiritualidad de todo el mundo, el jazz no es para solitarios —
—Lo he comprendido, tendré que aprender a tocar la trompeta y retrasar el viaje, deseo tener algo más de suerte que tú y que la ciudad me absorba. —
—Te la regalo cuídala mucho su alma te trasladará a otros paraísos inimaginables. Respecto al trabajo pide una excedencia por un tiempo prudencial por si tuvieses que regresar. —
—Lo tendré en cuenta todo lo que ha ocurrido esta noche ha sido una gran lección de vida. —
Padre e hijo se fundieron en un gran abrazo, nunca pensó que su padre mantuviese guardado ese secreto durante casi toda una vida.
Con el obsequio bajo el brazo salió de casa de sus padres caminando con  alegría como si la trompeta se la hubiese transmitido, sentía que disponía de un nuevo objetivo antes de emprender el gran viaje.
La conversación con su padre había sido muy esclarecedora, por su sangre corría desbocada la música de jazz, ahora debía tomarse un tiempo de reflexión como suele decir poner las ideas en orden, despacio y   conocer al hombre que se parapetaba detrás del padre.

(Continuará...)
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domingo, 12 de julio de 2020

TROMPETAS Y TIMBALES


No sabía Néstor que ese día  de verano iba a marcar el destino de la mitad de su vida. Llevaba casi dos años en su nuevo cargo en la empresa en el cual  había puesto todo su empeño en conseguirlo, por fin había colmado todas sus aspiraciones, un buen sueldo y los privilegios de su nuevo estatus social.
Las envidias comenzaron a florecer entre sus antiguos compañeros que ahora se habían convertido en sus subordinados.
La presión acabó por afectarle, necesitaba con urgencia una vía de escape donde desahogar el estrés de cada jornada. El gimnasio que veía cada mañana desde la ventana de su despacho pareciera que le invitara a pasar, el sentirse encerrado por voluntad propia no era una  opción.
Le bastaba las horas de libertad  de cada fin de semana, por las orillas del Manzanares o las subidas a la sierra del Guadarrama con el grupo ciclista del barrio del Pilar, sentir el viento en el rostro, el murmullo de las hojas mecidas por el aire, los trinos de los pájaros y el rumor del agua era música para los sentidos.
Y la música, sí la música de jazz  destacaba sobre todas las demás y mira que le gustaba escuchar toda la variedad del universo, pero solo el jazz era capaz de transformarle de elevarle a otros mundos hasta llegar a obsesionarle.
Con los nuevos ingresos al fin pudo adquirir una casita en la sierra; insonorizó la habitación más grande porque los planes de futuro consistían en agrandar su colección de discos y terminar de aprender la percusión, eso sí iba a ser ruido.
Poco a poco fue trasladando sus preciados vinilos que había conseguido en el rastro por mucho menos que en el circuito habitual. Los domingos madrugaba cual día de oficina y paseaba la calle  Ribera de Curtidores en busca de una joya, ya fuese de Louis Armstrong, Miles Davis, Carpenter o John Coltrane entre otros.
También guardaba como oro en paño un libro antiguo de la historia del jazz que por supuesto halló en el mismo tenderete de costumbre.
La vida personal comenzaba a tambalearse desde el mismo momento de su ascenso, la cantidad de horas que le exigía su nuevo puesto le privaba del poco tiempo de ocio que compartían.
Además al finalizar la jornada necesitaba explayarse para que su mente estuviese clara a la mañana siguiente, por ello se acercaba de vez en cuando a su sala favorita, la decoración con unas vigas de hierro, plantas colgantes y los carteles de los míticos músicos de jazz, escuchaba la música mientras se tomaba una refrescante tónica con una rodaja de limón.
Ésta sala no era otra que el: JAZZ BAR situada en la calle de Moratín. Pero cuando de verdad necesitaba  escuchar en vivo, sentir las vibraciones que transmitían los músicos  acudía a la sala CLAMORES sita en la calle Alburquerque. Se estremecía y su mente volaba sin cesar a otros lugares mágicos.
Después  con la última canción en la cabeza daba un paseo a lo largo de la calle miraba las ventanas iluminadas, alguna figura recortada se apreciaba tras las cortinas, elucubraba sobre las vidas de sus moradores y sus avatares diarios, amores y desamores, risas y llantos. Madrid nunca duerme se decía, hasta que fijaba su vista en los carteles luminosos de los relojes digitales, ya era tiempo de regresar a casa pensaba mientras movía la cabeza de un lado a otro, presentía una nueva  discusión con ella lo que se estaba se estaba convirtiendo por desgracia en su vehículo de comunicación.
Cada semana deseaba con fervor casi religioso que llegara el sábado, ese día madrugaba más que cualquier jornada de trabajo, de camino al pueblo serrano paraba siempre en la misma gasolinera   echaba combustible al coche y aprovechaba para desayunar.
Una vez en la casa se cambiaba de ropa y  calzado dispuesto a emprender una buena caminata, respirar el aire puro  descansar un rato sentado a la orilla. El riachuelo le serenaba y le permitía pensar en la encrucijada en la que se hallaba a sus cuarenta y dos años.
A veces, solo a veces Gela se acercaba con la comida hecha y con los suministros para la despensa. Ella también le daba vueltas al deterioro de la relación no le gustaba el cariz que la misma tomaba. Quizás fuese mejor dejarlo ahora antes de cometer cualquier torpeza que les llevara a finalizar de un modo grotesco.
 Estaba cansada de luchar por mantenerla a flote, desde luego la situación se había hecho insostenible, a penas se veían y de hablar no digamos, aquello no era charlar de las cosas cotidianas solo eran reproches y faltas de respeto, el final estaba presto para dar su último estertor.
Ese domingo Néstor había decidido dar un cambio radical a su vida, esa noche de regreso a Madrid tendría un sereno diálogo con  Gela, sabía que a partir de ese momento cada uno tomaría rumbos diferentes.
De vuelta a casa al abrir la puerta percibió el aire enrarecido la llamó varias veces sin respuesta, fue recto al dormitorio y en su mesilla de noche halló una nota que simplemente decía: ¡ADIÓS!
Abrió las puertas del armario y el lado de ella hasta entonces agolpado de prendas y en ese momento  vacío,  solo  un enorme vacío y no solo en el armario.
Ahora que la situación se la dieron resuelta comenzaría a planificar con una calma tensa todo lo demás. Suspiró profundo mientras se tapaba la cara con las manos, sus pensamientos eran como los estruendos de un volcán a punto de explotar, se levantó fue a la cocina y calentó un vaso de agua, ésta vez sería ración doble de tila.
Poco a poco la infusión hizo su efecto tranquilizador y el peso de sus párpados le indujeron al sueño.
Con el comienzo del trabajo diario volvieron las presiones, pero él ya no las sentía le daba lo mismo, la noche a pesar de sus tinieblas le había proporcionado la luz que necesitaba.
En el receso del café descolgó el teléfono y al otro lado una voz muy querida respondió —Diga—
—Hola mamá, ¿puedo ir a cenar esta noche?—
—Claro, ¿vendréis los dos? Supongo—
 —No mamá, voy solo—
—Bueno aquí te esperamos, hasta luego—
—Un beso—
Colgó el aparato  dio el último sorbo al café antes de reanudar la batalla,  con el montón de papeles que se habían acumulado durante el fin de semana parecía que todos hubiesen trabajado esos dos días.
(Continuará...)

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miércoles, 1 de julio de 2020

CHARLAS EN EL BUS

No hay como viajar en el transporte público y observar al personal, que sin conocerse de nada se cuentan obras y milagros de su azarosa vida, sobre todo si ya han alcanzado la edad dorada o no tan dorada de la jubilación.

La filosofía de andar por casa, que esa sí,  es la que de verdad ayuda a los que quieran aprovecharla, que no solo somos unos viejos decrépitos que chochean, pero bueno que me desvío de la cuestión.

Uno de los días que bajé al centro al regresar a casa después de un paseo por la playa subo al autobús y escucho a dos jóvenes dorados como dicen:

—Que no hay que sufrir tanto niño, como tú te vas a morir y yo también—.

—Ya pero yo soy  un poco más joven que tú—

—Sí como si eso fuera garantía de quien se va a morir antes. —

Comprendo que mientras lo esperaban habían pasado el rato conversando y que llegué a oír solo el final y es que a la parca la queremos lejos y cuando más tarde mejor.

La siguiente anécdota no la puedo olvidar pues todavía resuenan las risas en mi cabeza, la espontaneidad de los niños y su capacidad de sorpresa por las cosas más inverosímiles me provocan ternura.

En la parada de los colegios un montón de niños y familiares que van a recogerlos al acabar el día escolar, se abren las puertas y como en estampida suben  corriendo y van hacia la parte final del bus cuando de repente uno se para en seco delante de un señor con los ojos muy abiertos y con admiración exclama: ¡Vaya bigote! ¿Ese bigote es tuyo?

El caballero sonríe y responde: Claro que es mío

      — ¿Pues has debido de tardar mucho tiempo? Es muy grande—

   Sí, mucho tiempo, ¿por? —

   Porque mi papá lo tiene desde hace mucho y a penas crece, pero el suyo es negro ¿sabes? bueno adiós—

El niño se va junto a sus amigos sin dejar de murmurar ¡Vaya bigote, eso sí es un bigote y encima blanco!

También se oyen penas, desgracias y sufrimientos de eso todos tenemos en demasía, por eso unas risas de vez en cuando nos anima a llevar mejor nuestros días.

Me vuelvo a desviar de lo que os quería decir, una de tantas cosas nimias pero que al escucharlas nos dibujan una sonrisita en el rostro.

Una de esas tardes que apetece tomar un café, en la terraza de una cafetería para pulsar el ambiente de la ciudad y dar una vuelta por los escaparates del centro, solo por ver la moda que nos quieren vender  y los vivos colores del paseo que llegan con la primavera.

Pues esa tarde al subir al bus me senté en el asiento  que hay detrás del conductor, comencé a escuchar la conversación, sin prestarles mucha atención a las tres personas que estaban a mi espalda sus voces daba lugar a que se enterara todo el autobús.

Hablaban de huertos, de aves pero lo que en verdad hizo que de mi boca saliera una mal disimulada carcajada.

Después de un rato una de ellas le dijo: Me guardas un pollo para el sábado.

 —Claro tu me llamas el día de antes y mi marido te lo prepara, como si quieres huevos—

—Pero lo quiero muerto sin plumas—

—Te costará un poco más—

—No importa, que no quiero matarlo yo, no lo asesino—

—No mi marido no los asesina, solo los mata—

De nuevo en los rostros se perciben unas muecas irónicas con pretensión de sonrisas. Llego a mi parada, me dispongo a salir no sin antes echar un último vistazo al grupo y mis ojos brillan.



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