martes, 14 de julio de 2020

TROMPETAS Y TIMBALES II

La jornada terminó  de repente como si le hubiesen puesto un motorcillo comenzó andar deprisa hacia el aparcamiento, abrió la puerta del coche y se adentró en su mar de jazz mientras acudía a su cita familiar.
Durante la cena a duras penas conseguía poner atención a la conversación, las dudas de actualizar la información respecto a su nueva situación personal, le hacía mostrarse inquieto.
A su madre no se le escapaba que algo le ocurría y con voz firme le preguntó— ¿Que es lo que ibas a contarnos?—
A lo cual Néstor respondió—Veréis, hace poco que Gela se marchó y  estoy muy presionado en el trabajo, he pensado que un cambio de aires no me vendría mal.
Carraspeó mientras tragaba saliva y continuó— Como sabéis la casa de la sierra se queda tal cual está, había pensado si os parece bien, que os trasladaseis a vivir allí, pues voy a estar fuera bastante tiempo.—
Los padres se miraron sorprendidos durante unos momentos y su padre le replicó—Mira hijo no nos parece mal la idea, pero que hacemos con nuestra casa? tal y como están ahora las cosas cualquier día se meten unos ocupas y ya sabes, luego para echarlos…Mucho jaleo—
—Lo sé papá, también he pensado en ello, si queréis la podéis vender y con lo que os den y la pensión pasaréis una buena vejez—
—Pero no os dejamos nada de herencia—
—No hace falta, habéis trabajado mucho y merecéis tener unos años tranquilos y disfrutarlos—
—Bueno, bueno, lo pensaremos y te decimos lo que acordemos—
—No tardéis mucho que quiero dejar todo arreglado,  si se vende el piso  yo me encargo de todo, no os preocupéis hasta que no esté resuelto no lo digo en la empresa, me voy que se me ha hecho tarde y mañana toca madrugar—
Se despidió de los dos progenitores, al sentir cerrarse la puerta lanzó un suspiro de alivio, cerró los ojos un instante mientras en su mente una frase retumbaba: ahora ya no hay marcha atrás,  el camino de un nuevo destino ha comenzado.
Esa noche se fue directo a casa se metió en la cama e intentó dormir daba vueltas sin cesar, sus pensamientos estaban en un mar de confusión, cansado como estaba y Morfeo se debió ir de fiesta con Baco porque por allí se había olvidado pasar.
Los  frecuentes paseos a la cocina que si una infusión, luego el vaso de leche templada y con tantas idas y venidas se agotó, el cansancio  junto con las pociones mágicas hicieron que sus párpados al fin se cerraran.
Los días sucesivos después del trabajo los dedicó a ordenar sus cosas y vaya si ordenó, solo le ocuparía una maleta no precisaba llevar más equipaje. En éste nuevo desafío iba a necesitar pocas cosas.
Lo importante se quedaba en la casa de la sierra, en la habitación donde la música era la dueña y señora, allí descansarían su colección de vinilos junto a sus libros favoritos. El resto lo donaría a la biblioteca y  la ropa de grandes marcas seguro que su madre la daría a los vecinos o a la parroquia.
Pasó una semana desde que hablara con sus padres pero éstos aún no le habían comunicado nada, cuando llevase la ropa el domingo seguro le darían una respuesta.
Mientras tanto seguía la rutina del trabajo sus clases de percusión intensivas le absorbían el poco tiempo libre del que disponía. Sin embargo la impaciencia por dejar todo en orden o quizás, el estar constantemente ocupado para no pensar en Gela.
Había tomado una decisión y no tenía marcha atrás. El sonido del teléfono le trajo al presente inmediato, miró quién le llamaba.
—Hola papá, ¿Qué me cuentas?—
— ¿Puedes venir a cenar esta noche?—
—Sí, a la hora de siempre, ¿algo más? —
—No, hasta la cena, adiós—
—Adiós papá—
Estaba inquieto a la vez que ilusionado necesitaba que las horas fuesen segundos para acudir a la cita familiar. A partir de esa noche sus sueños comenzarían a poner el cuenta kilómetros a funcionar.    

Cuando abrió la puerta del portal sintió un escalofrío, subió las escaleras de dos en dos y aunque llevaba las llaves llamó a la puerta, al abrir no esperaba que fuese su hermana la que le franquease el paso. La cena iba a ser más intensa de lo que había previsto. 
A los postres la conversación fue derivando hacia lo que  Néstor llevaba tiempo que se produjera, su padre comenzó explicando —No vamos a vender nuestra casa, aunque te agradecemos tu interés, hemos pensado que lo mejor es que vayamos los fines de semana y los meses de verano, allí se duerme fresquito así estará tu casa con gente y cuidada—
—Jo papá, yo contaba con ese dinero para instalarme los primeros meses, ahora se me desmoronan los planes—
—Te prestamos lo que te falte ya sabes que a tu hermana le corresponderá esa misma cantidad, si ella está de acuerdo—
Miró con ojos  de ansiedad a su hermana  ésta le sonrió, respiró aliviado aunque su padre no había dicho su última palabra.
    ¿Porqué tanto interés en ir a Nueva Orleans?—Aunque él lo sabía quería escucharlo de labios de su hijo.
    Sabes que mi pasión es el jazz  allí fue y sigue estando lo mejor de esa música, es un veneno que te corre por las venas y tienes que seguirla donde quiera que te lleve. Bueno papá no creo que lo comprendas, —
Su padre se levantó y sigilosamente fue al trastero, a los pocos minutos abrazaba con sus manos un estuche negro,  hizo sitio en la mesa para mostrarlo mientras lo acariciaba.
    No os lo he contado nunca ni siquiera a vuestra madre, siendo muy joven hice el viaje que tu deseas emprender ahora, tocaba la trompeta en una banda y se me quedaba pequeña la ciudad e intenté que Nueva Orleans me hiciese suyo, practiqué horas y horas, días y días, meses y hasta años, tanto que me dolía la boca al hablar. Busqué una escuela pero alguien me dijo que el jazz no se aprende en los centros sino sobre el escenario al tocar lo primero que te viene a la cabeza y con suerte los demás lo hacen al mismo tiempo.
Pero no es así, la improvisación parte de melodías de blues con variaciones armónicas, rítmicas y de timbre. El sentimiento del jazz es la alegría que consigues cuando te sientes a gusto, lo percibes porque te encuentras fatal, tienes  empatía y el deseo de mejorar las cosas no solo para los negros que fueron sus creadores, sino para la espiritualidad de todo el mundo, el jazz no es para solitarios —
—Lo he comprendido, tendré que aprender a tocar la trompeta y retrasar el viaje, deseo tener algo más de suerte que tú y que la ciudad me absorba. —
—Te la regalo cuídala mucho su alma te trasladará a otros paraísos inimaginables. Respecto al trabajo pide una excedencia por un tiempo prudencial por si tuvieses que regresar. —
—Lo tendré en cuenta todo lo que ha ocurrido esta noche ha sido una gran lección de vida. —
Padre e hijo se fundieron en un gran abrazo, nunca pensó que su padre mantuviese guardado ese secreto durante casi toda una vida.
Con el obsequio bajo el brazo salió de casa de sus padres caminando con  alegría como si la trompeta se la hubiese transmitido, sentía que disponía de un nuevo objetivo antes de emprender el gran viaje.
La conversación con su padre había sido muy esclarecedora, por su sangre corría desbocada la música de jazz, ahora debía tomarse un tiempo de reflexión como suele decir poner las ideas en orden, despacio y   conocer al hombre que se parapetaba detrás del padre.

(Continuará...)
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