domingo, 19 de julio de 2020

FANTASÍA ONÍRICA


                                          
De buena mañana salí a pasear y ante mí se dibujó un hermoso jardín que mostraba unos rosales hermosos, cuajados de flores con numerosas mariposas revoloteando a su alrededor.  Entre todo sobresalía un frondoso árbol cuajado de frutos rojos que  parecían manzanas, a su lado una esbelta mujer cubierta con una túnica de un blanco destellante  de estilo  griego. Con la mano había cogido un fruto e hizo ademán de acercarlo a su boca.
¡OH  Sorpresa!  Su cara no era de mujer, más bien se correspondía con un ciervo con sus cuernos y todo!
Más adelante diviso a otra dama aspirando la fragancia de de unas pálidas flores, con un vestido azul intenso que con los rayos de luz produce un brillo espectacular. Lo extraño en esta ocasión era el tocado que la adornaba una gran mosca verde en el lado izquierdo de su cabello.
Sigo adentrándome en el jardín hasta hallar una puerta traslúcida donde la luz del sol se manifiesta en todo su esplendor.
Puse mi mano sobre el cristal entonces ví un cuerpo de mujer desnudo suspendido en el aire rodeada de avispas, ella se protegía la cabeza con los brazos. De  unas nubes blancas salía una mano que le ofrecía una llave, de pronto los cúmulos se tornaron  azules y la puerta se cerró.
En ese momento apareció un teatrillo de títeres donde una bailarina hacía piruetas sobre un cocodrilo. Su rostro aparentaba una serenidad que le faltaba, mientras unas pistolas le apuntaban desde los dos lados del telón.
Las olas de cartón piedra simulaban un inmenso mar encrespado y sobre su cabeza lucía un enorme sol de protección. El cocodrilo se movió sigiloso y los dos desaparecieron entre las olas.
Miré hacia la izquierda del paseo donde contemplé un cenador rodeado de frondosos arbustos, entonces giré los ojos hacia el otro lado y vi una media columna de bellos labrados que sostenía una gran maceta del mismo color.
Estaba cubierta de hermosa flores diminutas, en el suelo unas níveas azucenas embriagaban el aire.
De pronto me sentí en el país de Alicia. Hombres con cabeza de conejo, niños con  ropajes de duendes, ¿una cebra o una mujer? era mitad cebra y mitad mujer, que vigilaba un pebetero. El dedo índice de su mano izquierda señalaba hacia el firmamento y el otro hacia la tierra.
Por fin vi un caballo, algo normal o eso creía yo, porque a medida que alzaba la vista lo que en un primer momento era el cuerpo de un caballo, se fue convirtiendo en un apuesto joven que escondía sus ojos tras un negro antifaz, mientras un niño-conejo le cuchicheaba al oído.
Un hermoso lago azul daba paso a unas preciosas palmeras que ascendían hacia el cielo.
Fué una nueva aparición de dos hermosas mujeres en plena madurez ataviadas con vestidos de la época del REY SOL, sus peinados voluminosos de color plateado me hizo pensar que había llegado el momento de admirar una imagen normal.
A medida que mis ojos recorrían sus cuerpos   observaba  los bordados y  los encajes de los vestidos, cuando llegué hasta sus manos me dí cuenta que nada era "normal"
 Con  cada una de sus manos sostenían un corazón, y en la otra una litografía de un gran ojo,  la mano de la otra mujer  aferraba una llave como signo de protección.
Entre abrí los ojos lentamente para ubicarme, la cama estaba tan revuelta que mi cuerpo estaba enredado entre las sábanas.
Las imágenes oníricas golpeaban una y otra vez mis pensamientos, estaba tan agotada como si en verdad hubiese viajado por esos lugares, ¿o quizás sí?...

  ©  Todos los derechos reservados.                                                                                           Imagen bajada de internet.













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