Trabajar como afilador fue una de las modalidades que adoptó parte de
la emigración gallega, que salió en busca de un mejor futuro económico, que en
su tierra no podía encontrar.
La mayoría de la los afiladores, salieron de la provincia de Orense y mas precisamente del ayuntamiento de Nogueira de Ramuin.
Fue un oficio muy especial, pues el afilador llevaba consigo todo lo necesario para ejercer su oficio. Lo realizaba yendo de aquí para allá, siempre caminando detrás de su rueda de afilar, o a veces, montado en una bicicleta. Hasta que la modernidad y el desarrollo tecnológico, no lo convirtieron en un oficio prácticamente extinguido (al menos en su forma tradicional), muchos gallegos encontraron en él, un medio de vida.
Casi siempre lo realizaron en tierras lejanas, como el resto de España, y otros que fueron aún más lejos y llegaron a América, donde hubo gran cantidad de afiladores en los grandes centros urbanos de Argentina, Uruguay, Venezuela, Cuba, etc.
La mayoría de la los afiladores, salieron de la provincia de Orense y mas precisamente del ayuntamiento de Nogueira de Ramuin.
Fue un oficio muy especial, pues el afilador llevaba consigo todo lo necesario para ejercer su oficio. Lo realizaba yendo de aquí para allá, siempre caminando detrás de su rueda de afilar, o a veces, montado en una bicicleta. Hasta que la modernidad y el desarrollo tecnológico, no lo convirtieron en un oficio prácticamente extinguido (al menos en su forma tradicional), muchos gallegos encontraron en él, un medio de vida.
Casi siempre lo realizaron en tierras lejanas, como el resto de España, y otros que fueron aún más lejos y llegaron a América, donde hubo gran cantidad de afiladores en los grandes centros urbanos de Argentina, Uruguay, Venezuela, Cuba, etc.
Ellos, como los viejos oficios medievales, e
incluso llegaron a crear un idioma propio, como fue el Barallete. Una especie
de jerga de grupo, que lo usaban solo para hablar entre ellos y que les servia
para preservar los secretos de su oficio. El afilador llegó a tener una aureola
folklórica y de cierto romanticismo, y fue motivador de mucha literatura
e inspirador de muchos temas musicales.
Hace
unos días bajo mi ventana escuché su armónica y fui presto con mis tijeras a
que las afilara y por fin las podría utilizar…
Bajada de la red
Un oficio que tiende a desaparecer, pero de vez en cuando se oye alguno por la calle y decimos vaya suena un afilador, va a llover. Un abrazo
ResponderEliminarAh pues no lo sabía. un abrazo
EliminarEs un oficio que va desapareciendo, pero creo que siempre quedará alguno. Como nieta de gallego emigrante me emociona escuchar su armónica.
ResponderEliminarUn abrazo.
Recuerdo que proliferaba rutinariamente el afilador de mi pueblo de Benagucil, en Valencia, con ese sonido caracterítico que acababa en agudo y que les identificaba. Enseguida corrían presurosas grupos de mujeres saliendo de las casas y cargadas con todo tipo de utensilios puntiagudos, tijeras, cuchillos, navajas...En Valencia y en Cataluña se les llama esmoladores, es en idioma autóctono.
ResponderEliminarMe ha encantado recordar su figura. Bonito post.
Un abrazo
Gracias por vuestros comentarios y aportaciones, un abrazo
Eliminar