Desde
la ventana veo unos nubarrones a veces plomizos y otros negruzcos que amenazan
tormenta. Miro el parque con senderos escoltados por árboles semi secos.
Cipreses
erguidos llamando a los rayos y truenos que retumban en mi cabeza
machaconamente. En el almacén no caben más y se quedan suspendidos en el
tiempo. Hay que desalojarlos de sus aposentos porque invaden el espacio de los
disfrutados con vehemencia y alegría.
De
pronto un agua torrencial les baña mientras en mí hace el efecto de surtidores
que limpian la tristeza y lavan algunos malos recuerdos. Otros en cambio se
aferran a ese espacio que consideran suyo y no hallo forma de hacerlos
desaparecer.
Sé
que con ellos mi carácter se ha forjado para
ser quien soy y me han enseñado a valorar lo esencial.
Así
que comprimo y cierro herméticamente su reducido espacio en previsión de
ataques furibundos que desestabilicen mi armonía de vivir.
En
cambio abro puertas y ventanas a los benéficos, hermosos y dicharacheros, todos
los que al pensar en ellos me provoquen
una sonrisa.
Siguen
las tormentas con sus rayos y truenos. Las fuertes gotas golpean los cristales
con la furia del viento que las lanza.

© Todos los derechos reservados.
Los mejores recuerdos, están por llegar. Un saludo.
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