sábado, 28 de diciembre de 2019

UNA BODA CASI, CASI PERFECTA


Había llegado el día tan esperado por Jazmín por fin hoy se pondría su fabuloso vestido que tantas discusiones le provocó con su madre, tanto dinero para un momento…solía decir entre dientes.

Se casaba, sí se casaba era la última de sus hermanos en hacerlo, claro era la más pequeña y les vino de sorpresa.

No se imaginaba las aguas turbulentas que se cernían sobre el núcleo familiar.

Su madre Rosa, hacía un buen rato que estaba apoyada en el gran ventanal del salón, seguía oyendo en su cabeza las palabras que su hija mayor acababa de pronunciar “cómo ves, ésta situación no se puede prolongar por más tiempo, por ello hemos pensado en el divorcio”.

La música de baile, el cava y las risas de los invitados, no interrumpían a Rosa de sus amargos pensamientos. Había observado las discusiones entre el matrimonio y a veces los enfrentamientos excesivos entre las dos hermanas, tanto, que se distanciaron hasta dejar de dirigirse la palabra.

Solo la intervención de toda la familia hizo que dejara a un lado su resquemor y la invitara a su boda.

Rosa seguía ausente con la mirada perdida en la lejanía, sus ojos brillaban a fuerza de contener las lágrimas esas que estaban a punto de derramar.

Jazmín pasaba de unos brazos a otros al compás de la música, su vestido níveo de la mañana ahora estaba lleno de pisotones y algún pequeño rasguño, en su cabeza resonaban las palabras que le había dicho su madre, el pelo enmarañado cayéndole a lo largo de la cara, el sudor surcando el maquillaje y una risa escandalosa dibujaba  un cuadro deplorable, nada quedaba de la preciosidad de la mañana, su felicidad explosionó al bailar con su amiga íntima.

Mientras ella se divertía con los jóvenes su reciente marido, estaba sereno, absorto en sus pensamientos, la trama que ambos urdieron le tenía en un nerviosismo constante.

Todo sea por la sociedad, le había dicho Jazmín. La empresa de los padres de ambos machaba viento en popa y ellos quisieron que ambos se casaran para que todo quedase en la familia.

La pompa con que los progenitores prepararon la celebración era digna de salir en los medios de comunicación y en los “Sálvame” de turno.

La vivienda fue lo único que hicieron mano a mano con el  arquitecto, un imponente chalet de dos plantas con entradas individuales y como si fueran dos pisos independientes, pero con paso interior de uno a otro.

El les miró extrañado por semejante petición, sin decir nada siguió las instrucciones y Jazmín al ver su expresión comentó en tono jocoso: Si un día nos divorciamos cada uno tiene su casa y si no para los invitados.

Ellos tenían decidido que piso era para cada uno desde el primer momento que les plantearon el matrimonio.

A medida que transcurría la fiesta el ambiente se calentaba acelerado por las bebidas, las lenguas se desataban por doquier, corrillos y gritos para sobresalir de la música, cuando de pronto ésta paró y la gente mirándose unos a otros sin saber como reaccionar.

Era un secreto del dominio público, de todos menos los respectivos padres, que hasta ese instante henchidos de orgullo por el festejo creían que manejaron a sus hijos a su capricho y conveniencia.

Entonces se dieron cuenta que los jóvenes revirtieron los hechos en su favor.

Antes de finalizar bailaron con sus verdaderas parejas y de ese modo se presentaron en sociedad.

Después vendrían los reproches, enfados que dejarían lastradas a ambas familias por mucho, muchos años.



 
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2 comentarios:

  1. Una boda bien pensada , por lo que puede venir. Un abrazo y ¡Feliz Año!

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    1. Muchas gracias por tus comentarios y seguimiento, Feliz año para ti y los tuyos. besitos

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