Al principio de inaugurar el tranvía
todos los móviles estaban en su apogeo, lo más curioso es que todos sonaban
igual y la gente sobre todo los jóvenes
miraban a la vez los aparatos.
La
cuestión es presumir de tener lo último en tecnología porque sus conversaciones
parecían de besugos por lo menos eso creo yo. Así que me negué a ser un borrego
más y seguí con mi móvil primitivo pese
a los continuos comentarios de que me adaptase a los nuevos tiempos.
Elogiaban las ventajas del wasap y lo barato que resultaba su utilización, pero
yo erre que erre con mi móvil antiguo. Siempre les decía lo mismo: si para lo
que yo lo uso me sobra con éste.
Llegó el momento en que se estropeó la
batería y ni corta ni perezosa me fui a la tienda de costumbre y la pedí, ante
mi sorpresa me dicen que ya no se fabrican, que el modelo está obsoleto.
Pues nada a modernizarse tocan. Me
enseña el dependiente varios modelos y le digo: quiero uno sencillo de manejar,
de buena calidad y mejor precio. Se me queda mirando con los ojos muy abiertos
y añado: las tres “B” bueno, bonito y barato.
Se sonríe y me saca uno de buena calidad
con las mismas prestaciones, pero una marca creada totalmente en España y con
dos años de garantía.
—
¿Y el precio?—
—
Mejor que los
demás—
Me saca la tarjeta del antiguo me lo pone
al día y me enseña lo elemental, cuando tengo en la mano le echo un vistazo y
le digo: ¿tiene wasap?
Automáticamente me lo arrebata y toquetea
por la pantalla y en segundos me lo devuelve sonriendo y me dice: ahora ya está modernizada.
Sí eso es verdad pero se pasan los días y
no wasapeo. A veces o casi siempre ocupa el lugar de la cámara de fotos.

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