lunes, 11 de diciembre de 2017

LOS CABALLEROS DEL MONTE

Por los intrincados senderos de la sierra castellana varias veces al año la paz de sus bosques se ve alterada por unos intrusos que inquietan a sus moradores.

Ellos buscan árboles secos o caídos que cargan sobre sus caballerías como ayuda para sobrevivir del crudo invierno, la estancia se llena de lenguas de fuego,  con la música de su crepitar  y el calor con el cual resucitan los cuerpos.

Conocen cada ruido, canto y sonido de los montes, hasta el silbo del viento les cuenta sus más recónditos secretos.

Hombres que escuchan el lenguaje de la hierba que les dice: despacio y cautela que nos alteráis. Ellos recogen y limpian los inertes cuerpos que aprisionan las débiles plantas que les susurran, más sus voces no llegan a oírse, y perecen sumidas bajo el peso de aquellos muertos por la implacable fuerza de su destino.

La alfombra de color otoñal  con gotas de lluvia salpicada, los pies ateridos de frío recorren el camino tantas veces pisado y bendecido.

En casa esperan tras las ventanas que el cielo gris descargue sus cristales y cubran con frío manto la espesura.

Con los rayos de luz que se cuelan por las rendijas de la cortina mal corrida, despiertan cada mañana a toda prisa, por ver si la estación tan esperada, les llena de vida y de esperanza.

Perfume que embriagan los campos, de pinares con agujas afiladas, en su interior llevan sangre nueva. Mientras, los caballeros del monte con ahínco gota a gota se la llevarán, y dejarán por evidencia profundas heridas, que el tiempo y el bosque curará.

Intercambio de vida y sufrimiento, convivencia de siglos han tenido y ahora por un simple descuido u  oscuros intereses sus hogares legendarios han destruido. 

Los árboles  negros cual carbón y la tierra cubierta de un manto gris, están a la espera de  lágrimas celestes que les bañe y las limpie para siempre. Los caballeros  lo han repoblado ya resuenan el sonido de los pájaros, se ven las mariposas en las flores, con sus alas gritando de alegría al viento y un goteo de animales van llegando a ocupar por igual madrigueras y nidos.

Ciervos, corzos, jabalíes y muchos más, juntos a coro  sus canciones  entonarán y el monte de nuevo renacerá.

 

 

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