miércoles, 18 de marzo de 2020

SOÑAR CON LOS PIES

Las cenizas de Vera, duermen ahora en el columbario del Cementerio de su ciudad natal. Desde muy  pequeña tuvo que enfrentarse a graves problemas. Su familia estaba arruinada y su padre acabó en la cárcel acusado de fraude bancario.

El ambiente musical promovido por su madre  que daba clases de piano, hizo que a Vera se le colara el ritmo en lo más profundo de su cuerpo.

Autodidacta, luchó contra todo y contra todos, hasta conseguir el triunfo.

Su baile radical, novedoso, descarado le trajo críticas destructivas, abucheos y hasta insultos en sus actuaciones.

Sus coreografías cargadas de sensualidad y fuerza  alarmaban a toda la sociedad. Ella era así, imprevisible. Sobre el escenario soñaba  mientras bailaba.

Regresó al teatro Principal como la estrella que era, las envidias y rencores salieron de nuevo a luz.

En  el bar más elegante de la ciudad donde se reunían después de cada función, conoció a un joven escritor que luchaba por abrirse camino entre los literatos.

Un  grupo cerrado que con mucha dificultad y raramente dejaban introducir sangre nueva con ideas renovadas.

Antes de terminar la gira por los teatros de las ciudades aledañas ya se habían casado. Fascinado por la personalidad de Vera más que amarla la idolatraba, al poco tiempo se cansó de su adoración y buscó nuevas aventuras que le saciaran.

El universo de su amada le aplastaba, le había hecho desaparecer como escritor y lo más duro era que se sentía un juguete en sus manos.

Su cabeza comenzó a elucubrar ideas oscuras que no plasmaba en el papel, una madrugada cuando Vera regresaba al hotel acompañada del galán de turno, halló a su esposo tumbado en la alfombra con una pistola en la mano.

A partir de ese momento su vida cambió. Siguió bailando hasta formar su compañía a base de tesón y  esfuerzo.

En lo personal decidió ser madre soltera, y centrarse solo en las dos pasiones que desde entonces regirían su existencia.

Pasaron los años  y regresó a su ciudad natal para vivir su retiro junto al mar. Sus paseos diarios en bicicleta  o en moto con su largo pañuelo al cuello. A veces se alejaba del bullicio veraniego, recorría los pueblos cercanos para adentrarse en la naturaleza.

El destino y su audacia con la bicicleta al bajar un repecho a toda velocidad se enredó  el pañuelo en los radios, perdió el control y cayó terraplén abajo.

Vera no se movía  ni respiraba. Cuando la encontraron al día siguiente ella  bailaba en un escenario mejor.




 
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