martes, 19 de mayo de 2020

LA MANO DEL DIABLO


   Ayer cómo casi todos los días estuve hablando por teléfono con mi amiga  Julia. Una amistad que se alarga en el tiempo a pesar de nuestra diferencia de edad, esa unión  se hace más fuerte si ello es posible...

   Hay veces que nuestras conversaciones son breves con un “hola cómo estás” con el propósito de verificar que todo sigue su rutina diaria, y otras se alargan, y se alargan…          Pero en ésta ocasión se alargó pues me contaba, (porque cuando te dice algo lo desmenuza) que había pasado una mala noche sólo de pensar que le podía haber pasado a Alejandro.    Comencé a inquietarme pensando que sus padres hubiesen tenido un accidente; por fin arrancó a relatar que ellos estaban bien, pero se llevaron un susto muy grande.

  Se reunieron los amigos con los hijos respectivos a pasar unos días de asueto en una casona de la montaña, y un matrimonio regresaba a Madrid un par de días antes.

  La noche anterior a emprender el viaje de regreso otra de las parejas tenía el mismo problema, así que acordaron viajar solo un matrimonio pero llevando los dos niños al colegio y dejando al suyo con los demás. A la mañana siguiente emprendieron el regreso con su hijo y el otro niño.   Mientras en la montaña a media tarde se escucha un estruendo y unos gritos diciendo: ¡Alex!..¡Alex!... Salieron en tropel y Silvia agobiadísima pensaba que a su hijo  le hubiese sucedido un accidente.

  Se había caído la enorme puerta del garaje y estaba atrapado un niño. No era Alejandro. Entre todos levantaron la puerta y ante su asombro el pequeño les hablaba.

 En veinte minutos  llegó la ambulancia medicalizada y los demás la siguieron.

   Ante el asombro de todos, los médicos les dijeron que después de las pruebas realizadas el niño se encontraba en perfecto estado, sólo tenía algunas magulladuras y moratones pero esa noche se quedaba ingresado en observación.

   Con las buenas noticias recibidas llamaron a los padres e inmediatamente estos iniciaron el viaje de regreso.

  Al llegar y comprobar el buen estado de su hijo los comentarios de incredulidad se dispararon “que cómo podía ser”, “que si era un milagro”, “que si el ángel de la guarda” y todos los “que si” que imaginar se pueda.

 Llegado a este punto Julia me dice: no fue nada de eso “es la mano del diablo la que salva a los niños” porque si un niño se muere su alma sube al cielo, pero si vive tiene la oportunidad de llevársela.

 Me quedé pensando su razonamiento y la verdad es que contiene toda la lógica del mundo o al menos a mi me lo parece.


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